Desde el principio, no queda natural el muy exagerado cariño que siente Teresa Wright por su tío.

La policía lo sigue, y "huye" mudándose a la casa de su hermana. ¿De verdad espera que no lo van a encontrar allí? Al revés, cuando te detengan será todo más humillante.

Teresa Wright y el detective hablan durante un rato, y prácticamente sin conocerse de nada, ya se aman locamente.

Y hay que ver lo que Teresita quiere a su madre: prefiere que su tío la mate antes que aquella se lleve un disgusto.

Al imbécil del ladrón solo le faltó ponerse un cartel que dijera: "¡Yo soy el que mató y robó a las viudas!":

- En la habitación de su pensión deja fajos de billetes a la vista, encima de la mesilla y en el suelo.

- Desde que pone el pie en su nueva ciudad, empieza a hacer regalos caros y ostentación de una riqueza que nadie sabe de dónde ha salido.

- Si alguien de tu familia silba una canción que tiene que ver con viudas, ¿a ti qué te importa? ¿Quién va a relacionar eso con que tú has matado a alguna? Y no te quiero decir nada si lo que haces es ir arrancando y escondiendo noticias del periódico; pedazo de ceporro, así te estás señalando tú mismo.

Para rematar la faena, y como guinda espectacular, el final es el más esperpéntico que recuerdo haber visto.