En una época en la que una columna en un diario tenía el poder de cambiar el rumbo de la vida de la gente, un periodista, J.J. Hunsecker, magistralmente interpretado por Burt Lancaster, vive como un auténtico capo de la mafia sin necesitar usar una pistola pues le basta con su pluma. Desde su trono, maneja a su antojo la vida de quienes le rodean, prometiendo alabanzas a quien crea quien lo merezca y amenazando con críticas despiadadas a quien pueda serle de amenaza y así arruinarle la vida. A su alrededor, orbita un vividor sin escrúpulos (la réplica de Tony Curtis, alrededor de quien realmente orbita el film, está a la altura) quien necesita los favores de Hunsecker para poder comer del dinero de los clientes que le han contratado como agentes de prensa. La vida del agente (alimaña) Sidney Falco se complica cuando cuando es Hunsecker quien le obliga a él a cobrarse un favor personal.
Una magistral historia contada en tiempo real, en la que los tugurios y las calles de Broadway sirven como escenario para la supervivencia de un tipo que es capaz de vender a su propia amante al mejor postor. Una dirección muy cuidada y una banda sonora, a ritmo de jazz, que te transporta de escena en escena a ritmo frenético en una historia en la que la bondad y las buenas intenciones han quedado guardadas en un cajón cerrado con llave.