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Voto de Cristian Crucianelli:
8
Intriga. Comedia. Drama. Thriller Tanto Gi Taek (Song Kang-ho) como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo (Choi Woo-sik), empieza a dar clases particulares en casa de Park (Lee Seon-gyun), las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles. (FILMAFFINITY)
14 de septiembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me esperaba algo más, aunque es muy buena, realmente buena. Así y todo, no sé exactamente porqué, en este caso (siendo más exigente de lo habitual) no puedo subirla de un 8, aspirando al 9. Quizás, esperaba algo más porque traía consigo la 'Palma de Oro'. Nada más y nada menos.

Empecemos por una mala palabra: disparate. Me zambullí en google, buscando su definición. Me encontré con dos acepciones: a- Dicho o hecho totalmente absurdo, equivocado o carente de lógica o sentido. b- Cosa que excede o sobrepasa los límites de lo común o de lo ordinario. ¿En cuál de las dos encaja el 'disparate' de esta película? ´
En ambas.
Y eso es la película: una excelente 'mala palabra', un disparate para aplaudir. Dispar en el sentimiento: te reís casi con náuseas. O una próxima arcada se va relajando en una próxima sonrisa. Y presentís que te van a llevar en un viaje a la montaña rusa.
Un disparate, sí.
Dispar en el ritmo: por momentos el distinguido fraseo oriental (al que por suerte, de a poco, nos estamos acostumbrando) y por momentos, un tono de comedia inglesa de los 60, como si Joon-ho Bong, director y guionista (y su co-guionista Jin Won Han) tuvieran mucho Peter Sellers incorporado y rumiado de manera correctamente moderna.
Pero de repente... la crueldad de unas zapatillas ahogándose en el agua helada de una cascada que desciende una escalera, y en cada peldaño, un paso más hacia la pobreza, la escasez y la desesperación. Y (hasta la próxima vez) se termina el chiste. Y ya no te reís, si te ponés en esas zapatillas, no podés hacerlo. Te puedo asegurar que vas a sentir frío.
Y te preguntás, ¿qué estoy viendo?
Un disparate, eso estás viendo. Un delirio cruel y amable, cínico y empático, en el cual amás a uno y cada uno de sus agonistas, que agonizan, que padecen y que disfrutan de toda su miseria, de toda su grandeza. Y, a su vez, cuánto llegás a odiarlos!!! Como resultado = un empate.
Y ahí está la genialidad de la película, el exacto manejo en la idea, en la acción, en la palabra, con las que fue concebida. Su creador, Joon-ho Bong, un equilibrista, del que siempre esperás el paso que lo va a desplomar hacia el ridículo, y nunca lo hace. Como el Quijote, como los muchos quijotes de esta historia, que se levantan y caen, cada uno a su momento o todos a la vez. Y algunos para siempre.
Cristian Crucianelli
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