Sus películas sí.
Como película es mala en todos los sentidos. Argumento, sonido, interpretaciones y un largo etcétera.
Pero tenemos al dragón Bruce Lee. Dicen que no sabe actuar, pero aparece en pantalla con ese crujir de huesos, esos movimientos rápidos y flexibles y solo puedes mantener la mirada sin pestañear para ver el espectáculo.

Con esto no merece ni un aprobado. Pero como en los mejores banquetes lo mejor llega al final. El duelo con Norris.
Dos bestias pardas, dos estilos de lucha, dos filosofías. Y en un escenario como el coliseo donde te hace pensar en esas batallas de gladiadores donde el público vibraba de emoción.
El intercambio de guantazos, el cambio del estilo de lucha o ese arrancar de pelos de pecho que hace Lee a Norris hace de esta escena de las mejores y más recordadas de su género que, no nos engañemos, no volverá a verse nunca más.