Todos los que hemos estado en Estambul y nos hemos dejado empapar de su espíritu más allá de los tours turísticos, nos sentiremos en cierto modo reflejados en el significado de esta película. Es la historia de un Europeo acomodado que encuentra la felicidad más mística entre los entresijos de la vida turca.
Una película bien rodada, bien interpretada y que sirve con mucho gusto pequeñas dosis del lirismo y la magia de Estambul logrando enganchar al espectador. Es difícil poder transmitir esa sensación a través de una película, pero Özpetek lo consigue.
La historia en este caso queda en segundo plano. Los entresijos amorosos sirven de guía argumental para transmitir lo importante de la película: el hechizo de Estambul.
No se muestra una ciudad bellísima (que lo es), ni bulliciosa (que lo es), ni turística (que lo es)... Se muestra el verdadero Estambul, el que te engancha para siempre y te hace irremediablemente suyo.