Segundo largo en solitario del director de "Matar a Dios" en el que, recurriendo a influencias clásicas, nos presenta una historia de casa encantada muy canónica, hecha sin muchos alardes ni estridencias (al menos en la primera hora y 20), y muy efectiva tanto en su ambientación como en los sustos que ofrece. No solo bebe de esos clásicos, sino que por ambientación se acerca al cine de James Wan pero con el trasfondo de una España todavía anclada en la sociedad rancia de la época, la familia protagonista tiene que luchar no solo contra el qué dirán de la época sino contra eso que habita en su piso. Y si no fuera por el tramo final, que peca del defecto que afecta a la mayoría de películas de terror, es una película más que correcta y entretenida que hace pasar un buen (mal) rato.