Lo mejor de la película es la aritmética literaria que entraña ese comentario de su contenido que he puesto como títular: "Tragedia: te mueres; comedia: te casas".

Un funcionario de Hacienda, soltero, triste, de vida muy puntual y meticulosa, descubre de repente que hay "Dios" o "Creador" y que puede oír su "logos", enterándose así que éste le está preparando la muerte, lo cual no es ninguna sorpresa, pues todos sabemos que nuestro Dios Creador nos hace nacer para luego destinarnos a morir; pero resulta una sorpresa muy aguada cuando uno se entera que va a morir inminentemente.

Estamos ante una obra muy independiente, muy singular, fuera del gusto o del atractivo convencional —me la recomendó el atípico cinéfilo y escritor 'outsider', Fej Delvahe, cosa que le agradezco—; quizás destinada a escritores de ficción, a filósofos, a teólogos y a gente rara, sin lugar a dudas. El resto absténgase de ver este filme, pues se llevaría no sólo un gran disgusto sino que quedaría defraudado y hasta quizás originaría en muchos de los que integran la plebe consumista de continua diversión algo así como lanzar palabrotas contra los 'genios' a los que se les ocurrió una película así.