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Voto de Iván Rincón Espríu:
8
6,0
934
Thriller
Jack Grimaldi es un sargento de policía corrupto que saca un importante sobresueldo informando a la mafia de la situación de los testigos protegidos. Un día recibe el encargo de eliminar a Mona, la bella y despiadada mujer vinculada a la mafia que está detenida acusada de matar a varios agentes federales. Falcone, el jefe de la mafia, quiere cubrirse las espaldas por si a la chica se le ocurre testificar contra él. Sin embargo, todo se ... [+]
20 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
'La sangre de Romeo', como fue titulado en México, o 'Doble juego', en los demás países hispanohablantes, es un thriller negro que recurre principalmente a dos elementos del clásico noir: la narración en off y un fondo musical de jazz lánguido y, a ratos, esquizofrénico.
El título original en inglés proviene de la canción homónima de Tom Waits.
Al año siguiente de interpretar a Drácula en la versión de Francis Ford Coppola (1992), Gary Oldman se consagra como actor en el papel de Jack Grimaldi, un sargento corrupto de la policía de Nueva York que gana 56 mil dólares anuales, pero recibe 65 mil adicionales cada vez que informa la ubicación de algún testigo protegido a la mafia, y esconde el dinero sucio en un hoyo del patio trasero de su casa. De ahí que, al caer en desgracia, se defina como “un fantasma enamorado de un hoyo”, con el patetismo propio de los personajes que Fritz Lang aportó al cine negro, y con el nombre falso de Jim Daugherty, venido a cantinero detrás de la desolada barra del Holiday Diner, sobre la carretera desértica de Phoenix, Arizona, además de narrar la historia, es la voz que aconseja a Grimaldi.
Casado con una mujer de aspecto latino (Annabella Sciorra), mantiene una relación extramarital con una escuálida mesera de veinte años (Juliette Lewis), cuando recibe la encomienda fatídica de entregar a la mujer que asesina tanto a los testigos protegidos como a sus custodios, Mona Demarkov (Lena Olin), dama fatal y letal de la mafia rusa, hasta entonces aliada con Don Falcone (Roy Scheider), un capo chapado a la antigua que fuera su amante y ahora es su enemigo a muerte. Ella humillará una vez tras otra y una más a Grimaldi, haciéndole ver en los hechos que es superior a él, física y mentalmente, que la sociópata y sicópata mueve los hilos del policía títere.
Demarkov es un personaje de antología; es Lena Olin a los 38 años con un cuerpo inquietante. Mujer que mata sin escrúpulos ni piedad, sin miramientos, además de su destreza con la pistola y el hilo de metal, usa las piernas para triturar cuellos y demás, momentos en que se excita y ríe a carcajadas. Tan acertado es el perfil de su personalidad en una película infravalorada y relativamente desconocida que la saga de James Bond la refriteó (valga la expresión, por no hablar de vil plagio) en GoldenEye. Ambas asesinas alcanzan el orgasmo en el clímax de su violencia, con el agregado de que la “chica Bond” se excita y ríe también cuando acribilla gente a balazos con una ametralladora; Xenia Onatopp (Famke Janssen), además de triturar a los hombres con las piernas, muerde sus labios, pero no es del todo convincente porque actúa mediocremente y está flaca, a diferencia de Olin, que es puro músculo. Por lo demás, GoldenEye no es comparable con Romeo is Bleeding, sino más bien una babosada.
La sueca Lena Olin comenzó su carrera como actriz en el teatro y el cine bajo la dirección de Ingmar Bergman, con papeles menores que, ni siquiera en las obras más trascendentes, como Fanny y Alexander (1982), tienen el impacto sicológico y hormonal de Mona Demarkov, un “personaje extremo”, como se le considera.
Por su parte, el director húngaro Peter Medak, que ha hecho más cine para la televisión que para la gran pantalla, lo mismo dirigió la que ahora es un clásico del horror, 'Al final de la escalera' (1980), que 'El Jorobado' (1997), quizá la peor adaptación de la novela de Víctor Hugo.
El estreno de Romeo is Bleeding en 1993 coincidió con el de Forrest Gump, Pulp Fiction, The Shawshank Redemption y El Rey León, que acapararon los premios, el éxito de taquilla, los elogios de la crítica y la atención en general, al menos en Hollywood, opacando y relegando casi al olvido esta cinta que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una obra de culto, representativa del mejor cine independiente de los noventa, como Fargo (1996), de los Coen, producida también por Polygram.
El título original en inglés proviene de la canción homónima de Tom Waits.
Al año siguiente de interpretar a Drácula en la versión de Francis Ford Coppola (1992), Gary Oldman se consagra como actor en el papel de Jack Grimaldi, un sargento corrupto de la policía de Nueva York que gana 56 mil dólares anuales, pero recibe 65 mil adicionales cada vez que informa la ubicación de algún testigo protegido a la mafia, y esconde el dinero sucio en un hoyo del patio trasero de su casa. De ahí que, al caer en desgracia, se defina como “un fantasma enamorado de un hoyo”, con el patetismo propio de los personajes que Fritz Lang aportó al cine negro, y con el nombre falso de Jim Daugherty, venido a cantinero detrás de la desolada barra del Holiday Diner, sobre la carretera desértica de Phoenix, Arizona, además de narrar la historia, es la voz que aconseja a Grimaldi.
Casado con una mujer de aspecto latino (Annabella Sciorra), mantiene una relación extramarital con una escuálida mesera de veinte años (Juliette Lewis), cuando recibe la encomienda fatídica de entregar a la mujer que asesina tanto a los testigos protegidos como a sus custodios, Mona Demarkov (Lena Olin), dama fatal y letal de la mafia rusa, hasta entonces aliada con Don Falcone (Roy Scheider), un capo chapado a la antigua que fuera su amante y ahora es su enemigo a muerte. Ella humillará una vez tras otra y una más a Grimaldi, haciéndole ver en los hechos que es superior a él, física y mentalmente, que la sociópata y sicópata mueve los hilos del policía títere.
Demarkov es un personaje de antología; es Lena Olin a los 38 años con un cuerpo inquietante. Mujer que mata sin escrúpulos ni piedad, sin miramientos, además de su destreza con la pistola y el hilo de metal, usa las piernas para triturar cuellos y demás, momentos en que se excita y ríe a carcajadas. Tan acertado es el perfil de su personalidad en una película infravalorada y relativamente desconocida que la saga de James Bond la refriteó (valga la expresión, por no hablar de vil plagio) en GoldenEye. Ambas asesinas alcanzan el orgasmo en el clímax de su violencia, con el agregado de que la “chica Bond” se excita y ríe también cuando acribilla gente a balazos con una ametralladora; Xenia Onatopp (Famke Janssen), además de triturar a los hombres con las piernas, muerde sus labios, pero no es del todo convincente porque actúa mediocremente y está flaca, a diferencia de Olin, que es puro músculo. Por lo demás, GoldenEye no es comparable con Romeo is Bleeding, sino más bien una babosada.
La sueca Lena Olin comenzó su carrera como actriz en el teatro y el cine bajo la dirección de Ingmar Bergman, con papeles menores que, ni siquiera en las obras más trascendentes, como Fanny y Alexander (1982), tienen el impacto sicológico y hormonal de Mona Demarkov, un “personaje extremo”, como se le considera.
Por su parte, el director húngaro Peter Medak, que ha hecho más cine para la televisión que para la gran pantalla, lo mismo dirigió la que ahora es un clásico del horror, 'Al final de la escalera' (1980), que 'El Jorobado' (1997), quizá la peor adaptación de la novela de Víctor Hugo.
El estreno de Romeo is Bleeding en 1993 coincidió con el de Forrest Gump, Pulp Fiction, The Shawshank Redemption y El Rey León, que acapararon los premios, el éxito de taquilla, los elogios de la crítica y la atención en general, al menos en Hollywood, opacando y relegando casi al olvido esta cinta que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una obra de culto, representativa del mejor cine independiente de los noventa, como Fargo (1996), de los Coen, producida también por Polygram.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
«Mona se queda»
Lo mejor, sin duda: el papel de Lena Olin; la música de Mark Isham y Gary Alper; la fotografía de Dariusz Wolski, buena en general, con instantes excelentes, por no decir geniales.
Lo peor: que Grimaldi chilla demasiado, inclusive cuando Demarkov le cuenta su historia de amor; allí está bien que llore ella, pero es un exceso absurdo, una sensiblería, que lo haga también él. Cuando Mona cae del carro en el muelle pasa demasiado tiempo, sobre todo tratándose de alguien que desarma policías con singular destreza. Roy Scheider es un buen actor, pero aquí no gesticula con tal de no arruinar la máscara de maquillaje que tanto costó para ocultar sus arrugas y darle un falso bronceado, algo que resulta ligeramente grotesco.
El epílogo melancólico es demasiado largo, para mi gusto, pero pasa… (por cierto, la confusión del deseo con la realidad en esta secuencia probablemente inspiró a David Lynch en uno de los momentos más desconcertantes de Mulholland Drive).
El guión de Hilary Henkin concibe frases filosóficas en la voz de un antihéroe y perdedor por antonomasia, mientras que, por economía, recurre a una forma de narración fragmentaria que obvia, entre otros momento importantes, cuando Mona se amputa un brazo (a menos que las omisiones sean atribuibles a la edición de Walter Murch, o al director, y estén entre las “escenas eliminadas”).
Escenas y secuencias memorables: La pelea dentro del carro en movimiento, cuando Mona estrangula con las piernas a Jack y escapa, es la de mayor intensidad y tensión, en parte, por su combinación de violencia y cachondería, sangre en abundancia y carne apetecible. El baile de Jack luego de esconder su dinero. El arribo del carro al muelle, instante genial de la fotografía con la ciudad al fondo. La traición final, también cachondérrima y, en fin, otros pasajes que, por sorprendentes, no hay que desvelar.
Una curiosa coincidencia: El monólogo empieza igual que Gotham (1988), de Lloyd Fonvielle, pues el cantinero pregunta: “¿Alguna vez ha visto usted un fantasma?” La diferencia es que Gotham trata sobre un fantasma, y Romeo is Bleeding recurre a la figura en términos metafóricos.
Lo mejor, sin duda: el papel de Lena Olin; la música de Mark Isham y Gary Alper; la fotografía de Dariusz Wolski, buena en general, con instantes excelentes, por no decir geniales.
Lo peor: que Grimaldi chilla demasiado, inclusive cuando Demarkov le cuenta su historia de amor; allí está bien que llore ella, pero es un exceso absurdo, una sensiblería, que lo haga también él. Cuando Mona cae del carro en el muelle pasa demasiado tiempo, sobre todo tratándose de alguien que desarma policías con singular destreza. Roy Scheider es un buen actor, pero aquí no gesticula con tal de no arruinar la máscara de maquillaje que tanto costó para ocultar sus arrugas y darle un falso bronceado, algo que resulta ligeramente grotesco.
El epílogo melancólico es demasiado largo, para mi gusto, pero pasa… (por cierto, la confusión del deseo con la realidad en esta secuencia probablemente inspiró a David Lynch en uno de los momentos más desconcertantes de Mulholland Drive).
El guión de Hilary Henkin concibe frases filosóficas en la voz de un antihéroe y perdedor por antonomasia, mientras que, por economía, recurre a una forma de narración fragmentaria que obvia, entre otros momento importantes, cuando Mona se amputa un brazo (a menos que las omisiones sean atribuibles a la edición de Walter Murch, o al director, y estén entre las “escenas eliminadas”).
Escenas y secuencias memorables: La pelea dentro del carro en movimiento, cuando Mona estrangula con las piernas a Jack y escapa, es la de mayor intensidad y tensión, en parte, por su combinación de violencia y cachondería, sangre en abundancia y carne apetecible. El baile de Jack luego de esconder su dinero. El arribo del carro al muelle, instante genial de la fotografía con la ciudad al fondo. La traición final, también cachondérrima y, en fin, otros pasajes que, por sorprendentes, no hay que desvelar.
Una curiosa coincidencia: El monólogo empieza igual que Gotham (1988), de Lloyd Fonvielle, pues el cantinero pregunta: “¿Alguna vez ha visto usted un fantasma?” La diferencia es que Gotham trata sobre un fantasma, y Romeo is Bleeding recurre a la figura en términos metafóricos.