Una producción muy cortita de medios; una capa negra, mucho maquillaje para ojos y poco más.
La directora intenta ser original a rabiar y lo único que consigue es una narración a saltos, a base de escenas bastante largas, contemplativas y aburridas; que parecen más una performance que una película.
Se presta mucha atención a la banda sonora y resulta curioso que hay un momento en el que cualquiera diría que está sonando Ennio Morricone en La muerte tenía un precio.
La historia es muy simple si es que se le puede llamar historia y poco se espera de ella.
Los protagonistas son meros objetos dentro de la performance, muy inexpresivos y con unos diálogos casi inexistentes. El gato está soberbio sobre todo en la escena final.
Resumiendo: una película curiosa, algo lenta y aburrida.