Es una película que parece improvisada, hecha aprisa, corriendo y a base de retazos y trompicones.
La producción es la típica francesa. Mucha Francia, muchos monumentos famosos, muchas calles, parques, casas de superlujo, pero nada más; casi como un documental o una revista de decoración o de viajes. Las escenas de guerra son especialmente cutres, por no decir supercutres. Me queda la duda de si han sido así de torpes o lo han hecho con todas las intenciones.
La dirección es vulgar, caótica y extremadamente lenta. A la película le sobran 50 minutos por lo menos, perdidos en una tontería tras otra. Abusa de forma exagerada de los primeros planos y de los tiempos muertos y contemplativos. Hay momentos tremendamente aburridos. Si espera que de esa manera va a darle cierta intensidad dramática, pues va de culo. Hay que ser Orson Wells o ...
La historia es una especie de drama interior humano aderezado con una crítica social suave, con recursos facilones y tópicos; y otra crítica a la manipulación de los medios de comunicación, también suave y algo requetevista. Todo muy típico del cine empalagoso francés, siempre ñoño; que no es capaz de salir de sus propios clichés. No está bien desarrollada porque las distintas tramas las van metiendo como a tornillo, son simples ocurrencias, les falta naturalidad.
Los protagonistas, especialmente Léa Seydoux, están normalitos y algo sobreactuados por una dirección desafortunada.
Es un poco cansina la actuación de la protagonista. Me llega a recordar a una mala imitación de Catherine Deneuve. Siempre a base de los mismos primeros planos, con cara de haber comido algo muy amargo y dolor de estómago.