Stoker de Park Chan-Wook es una de esas películas que te impactan las retinas y te deja algunos fotogramas grabados como huellas indelebles en el cerebro. Es así, han pasado siete días y tengo algunas de sus plásticas imágenes grabadas a fuego. Estoy impresionado ante el nuevo trabajo del realizador surcoreano, porque pasan los días y sigues recordando fotogramas y encuadres por doquier. Es uno de los pocos casos en los que estaría encantado de volver a verla ahora mismo. Esta aventura americana del director de Old Boy se trata de un magnífico, inquietante, mórbido a la par que sugerente thriller, donde no hay que perderse ningún detalle.

Asombrosamente, el guión lo escribe Wentworth Miller (el protagonista de Prision Break), que escarba en temas tan complejos como lo duro que es hacerse adulto, el proceso del duelo o simplemente, ser libre. El personaje central de esta turbadora historia es India Stoker. El día en el que va a cumplir 18 años pierde a su padre en un fatal accidente. Así que no sólo pierde a su padre, sino que también pierde a su mejor amigo, a su confidente. India Stoker estaba más unida a su padre que a su madre, Evelyn, con la que carece del menor lazo emocional. Para sorpresa de todos, tras el funeral aparece en la casa el hermano de su padre, Charlie, contando que ha estado viajando por Europa, y decide quedarse con ellas. Poco a poco irá surgiendo una relación especial entre Evelyn y Charlie, que por supuesto India no verá con buenos ojos porque nota que su tío Charlie esconde algo.
Dejar de ver esta película es un pecado para cualquier cinéfilo que se precie. Puede que el argumento suene a telefilme barato, puede que exista algún pequeño agujero, pero yo se lo perdoné, porque es un film que te envuelve con el sonido jugando a ser David Lynch y te atrapa por la retina, dándole una patina de surrealismo. Sólo podemos decir que es extraodinario el trabajo tanto de su habitual director de fotografía, Chung-hoon Chung, como del score creado por Philip Glass, jugando ambos entre lo lírico y lo dramático, es brutal. Puesto a hablar de música, no quiero dejar de destacar la delicadeza de la voz de Emily Wells mezclada con los sonidos industriales para el tema central de la película, Becomes the color, que resonará en vuestras cabezas a la salida.

Duet de BSO Stoker-Philip Glass
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Stoker Soundtrack - Becomes the Color - Emily Wells
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Sabia y acertada es la decisión de los productores Prometheus (los hermanos Scott y Michael Costigan) por haber elegido a Park Chan-Wook para llevar el guión de Miller a buen término y darle toda la potencia que necesitaba y pedía la historia. Desde El otro de Robert Mulligan, otro de los grandes clásicos del género de la productora 20th Century Fox, no había visto nada tan inquietante usando elementos absolutamente cotidianos. Es un filme donde domina la plasticidad y la estética en lo formal, y por supuesto, juega con los simbolismos, así destacamos el uso del color amarillo absolutamente apoxemático y de los animales, como el águila, un gran depredador, que lo ve todo desde la distancia y no se le escapa ningún detalle. Pero además, tiene un gran pulso narrativo a pesar de que a penas carezca de escenas de acción. Te tiene en vilo, atrapado entre sus fotogramas como una mosca en una tela de araña, imposibilitándote pensar en otra cosa.
Del equipo artístico sólo puedo decir que están todos magníficos, desde el amenazador Matthew Goode (Watchmen), pasando por la inquietante Mia Wasikowska, que pasará por la secuencia de la ducha a la posteridad del séptimo arte, o la siempre grandiosa Jacki Weaver (Animal Kingdom). Especial mención tenemos para una recuperada Nicole Kidman, que vuelve a tener gestos, y brilla en la secuencia final como lo hacía en Malicia o Calma total.

Es un thriller en toda regla, donde Chan-wook Park nos da una lección magistral de realización por el estilismo, las composiciones de los elementos dentro del cuadro, genial el uso que hace del fuera de campo y del sonido. Aquí quiero destacar la escena del huevo, tan morbosa como la creada por Alan Parker para su film, El corazón del ángel. Aunque la palma es para la secuencia en la que Charles e India tocan el piano a dos mannos, la carga sexual implícita en los gestos es electrizante.