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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Western En el rancho "Las furias" viven T. C. Jeffords y sus dos hijos. Clay, que es un buen chico, no tiene carácter, Su hermana Vance, en cambio, es ambiciosa aunque justa. El patriarca desea expulsar de sus tierras a una familia de mexicanos, los Herrera, cuyo primogénito es amigo de la infancia de su hija. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como no puede ser menos, bajo la batuta del director estadounidense Anthony Mann, no cabe más que encontrar una película superlativa, un western cumbre, de los muy buenos, de esos westerns que tiene de todo: emoción, algún disparo, rebaños de reses y una mujer fuerte dispuesta a tomar el testigo de su padre.

Porque la cosa es así. Hay un rancho de nombre "Las furias", en Nuevo México, donde viven T. C. Jeffords (Huston) y sus dos hijos. Clay, un muchacho de buen temperamento, pero de escaso carácter y su hermana Vance (Stanwick), ambiciosa, honesta. El patriarca es un hombre de edad potente, inflexible que no ve bien a los mexicanos que habitan una parte de su tierra, entre otros un viejo amigo de infancia de su hija (Roland).

Con un sólido guion de Charles Schnee ("Río Rojo", "Caravana de mujeres" o "Cautivos del mal"), novela homónima de Niven Busch, Mann construye una película del oeste casi perfecta y la tensión de los lazos familiares y del furor del lejano oeste latiendo bajo una narrativa escueta pero precisa.

En el reparto tenemos a una sensacional y aguerrida, amén de bonita, Barbara Stanwyck a quien acompañan actores de primera línea como su padre Walter Houston (interpretación memorable), Wendell Corey (genial como jugador y amante), Judith Anderson (la pobre… bien), Gilbert Roland (bien, pero no luce como otras veces, tal vez por hacer de mexicano) o Thomas Gomez.

Con una música muy adecuada de Franz Waxman, brilla por méritos propios la fotografía sensacional de Victor Milner (B&N) (nominada al Oscar mejor fotografía). Gran puesta en escena, maravillosos atardeceres y parajes de ensueño.

Western "químicamente puro", al más puro estilo, y a la vez un melodrama en toda regla basado en este caso en la edípica relación entre una espléndida Stanwyck y su padre en el filme: el amor y la idealización de una hija hacia su padre y viceversa.

Una hija que tiene sus pretendientes (excedentes Gilbert Roland y Wendell Corey), mujer fuerte para hombres sólidos. Y sobre todo gran vigor narrativo con un Mann al que podemos imaginar furibundo y poseído tras la cámara, lo cual que impregna a la cinta de una épica arrolladora.

Película que fue un fracaso financiero, pero ganaría reputación como un "western freudiano". Es reconocida como una de las mayores contribuciones de Mann al género.
Kikivall
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