Película que te atrapa y mantiene pegado al sillón, pues aunque no es una gran obra, sin embargo es sobria, el relato es interesante y compacto, está realizada con inteligencia y tiene acción a la vez que retrata aspectos propiamente psicológicos del espíritu humano.

El director James Mangold consigue ofrecernos una película que a pesar de sus limitaciones presupuestarias resulta sólida y convincente; un relato cuya trama de corrupción es narrada con solvencia. La cinta tiene suficiente tensión narrativa que decae un tanto al final por incurrir en los tópicos de siempre. Colabora de manera sustancial el guión escrito por el propio Mangold, que amén de ser un libreto apasionado y audaz, se beneficia de unos espléndidos diálogos.

En reparto destacan Sylvester Stallone en un trabajo actoral que mejoraba en mucho otros anteriores (en 1997, en el Festival de Cine de Estocolmo, consiguió el galardón a mejor Actor). Harvey Keitel está genial, como siempre diría yo. Memorable la reaparición de Ray Liotta al final, con una interpretación convincente. Robert De Niro bien aunque algo deslucido. Y otros actores de reparto de lujo que cobraron muy poco por sus trabajos, habida cuenta el escaso presupuesto que había.

En conclusión, una trama interesante, reparto muy bueno, la dirección más que correcta, lo que hace posible una cinta para pasar un entretenido rato con este policial que a pesar de algunos momentos excesivamente alargados, es una obra potente y atractiva, de nuevo con el tema de las irregularidades en la misma médula de la policía norteamericana.