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Voto de francisarrabal:
10
Comedia. Drama Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. ... [+]
21 de enero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por Francisco Arrabal de http://noespaisparacriticos.blogspot.com.es/

El joven Jordan Belfort (Leoanrdo DiCaprio) tenía un sueño: hacerse rico. En 1987, con la mirada puesta en Wall Street, uno de los templos del sueño americano, entra a trabajar como agente de bolsa para Mark Hanna (Matthew McConaughey), un tiburón financiero que le enseñará todo lo que será después. Pero el Lunes Negro, la caída más grande de la bolsa desde el crash del 27, el día que estrenaba su licencia de corredor, lo pondrá en la puerta de la calle. Con un futuro poco próspero para los corredores de bolsa, Belfort considera otra carrera, pero su esposa Teresa Petrillo (Cristin Milioti) encuentra un anuncio de empleo de un centro inversor en Long Island y lo convence para asistir. Aquello nada tenía que ver con el glamuroso parqué. Lo que se vendían eran hojas rosas. Acciones de a centavo, vaya. Pero su estilo agresivo de ventas y el amplio margen, pronto le harán ganar una fortuna. Más tarde, conocerá a Donnie Azof (Jonah Hill), un tipo quizás más inconsciente que Belfort si cabe, con el que abrirá su propia empresa, Stratton Oakmon, una compañía que pronto valdrá mil millones de dólares. Belfort y sus empleados llevarán una vida de desenfreno total, con grandes fiestas, sexo y drogas, tanto en el lugar de trabajo como en sus vidas personales, que les conducirá a la perdición.

La autobiografía de Jordan Belfort adaptada por el guionista Terence Winter, era el paradigma perfecto para que Martin Scorsese rodara una cinta sobre la insaciabilidad, la corrupción y los vicios del ser humano. Porque en el fondo, 'El lobo de Wall Street', no trata sobre Jordan Belfort, si no sobre todos y cada uno de nosotros. Scorsese no juzga al personaje, simplemente te lo planta hablándote a la cara y persiguiéndolo con una cámara, como si de un documental realizado por él mismo se tratase. ¿Qué harías tú si estuvieses en su lugar? Esa es la pregunta que el gran Marty lanza a los espectadores; el reto moral. Llegas a amar al personaje porque te diviertes con él, te parece un tipo grande, ¡es el antihéroe! y conseguir eso en estos tiempos que corren, con lo escarmentados que estamos de sinvergüenzas sin escrúpulos no es nada fácil. Es una especie de juego de atracción-repulsión que inundará toda la película dejando de un lado los anclajes morales. No pararemos de reír con la comedia negra de Scorsese y el retrato de Belfort, pero tipos como éste, en realidad no tienen ninguna gracia.

Martin Scorsese sigue demostrando que está en plena forma y porqué es uno de los mejores directores de nuestros tiempos y de la historia del cine, regalándonos escenas de delirio como la protagonizada por Matthew McConaughey - quien tiene un corto pero inmenso papel- y Leonardo DiCaprio, en la que el primero arranca un patrón de batería que más tarde se convertirá en el himno de la propia empresa de Belfort o la del subidón de quaaludes de DiCaprio y HIll. La narración, el ritmo y el tono cómico escogido para la película, alineados con un montaje frenético, no podían ser más acertados. La cinta, de tres horas de metraje, podría durar otras tres más, porque el mundo, junto al maestro Scorsese, es un sitio mejor. Si hay alguien que fuera capaz de encarnar a la perfección ese personaje entregado al exceso y la excentricidad - una especie de moderno Calígula- ese era Leonardo Dicaprio, quien borda el papel sosteniendo en pantalla a un ser despreciable, llevando a la película a un siguiente nivel junto a un Jonah Hill que hace de fiel escudero de armas o, mejor dicho, de farra y desenfreno.
francisarrabal
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