Debe de ser muy difícil, desde un punto de vista narrativo, plasmar con auténtica verdad y honestidad los sentimientos de dos personas. Debe de serlo, porque muy pocos directores lo han conseguido. Ang Lee sí, de qué manera.

Debe de ser muy difícil, desde un punto de vista interpretativo, plasmar con auténtica verdad y honestidad los sentimientos de dos personas. Debe de serlo, porque no todos los actores/actrices que se lo han propuesto lo han conseguido. Ledger y Gyllenhall sí, de qué manera. Ledger desde los silencios, Gyllenhall bordando su texto (soberbio texto) y aguantando sobre su físico ese paso de los años con una dignidad a la que Ledger no consigue llegar debido a su aspecto aniñado.

Debe de ser muy difícil para un guionista plasmar con auténtica verdad y honestidad los sentimientos de dos personas. Debe de serlo, porque muy pocos lo han conseguido. Aquí el magnífico guión conmueve desde su sencillez, su sutileza y su ausencia de efectismos y sensiblería.

En el cine actual al uso, que no suele regalarnos muchas películas como esta, es muy extraño encontrar una pareja homosexual que no pierda aceite a litros y que no pose con la muñecas como si estuvieran bailando sevillanas. Gracias Lee, Ledger y Gyllenhall por librarnos de ese espanto.

Las magníficas localizaciones y la bellísima fotografía se suman a la poesía de esta obra. Puro arte.

No hay que olvidar a Michelle Williams, que al igual que su malogrado marido, compone una conmovedora interpretación desde los silencios.

Y tampoco hay que olvidar esa camisa… símbolo último de esta magnífica historia de amor.