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Voto de Ghibliano:
10
7,9
90
Serie de TV. Animación. Fantástico. Drama. Comedia. Romance
Serie de TV (2002-2003). 1 temporada. 26 episodios. Antes de empezar la serie nos enteramos que hace tiempo existió un escritor de cuentos el cual murió antes de terminar su historia, trataba sobre una lucha entre un príncipe valiente y un rey malvado, el rey Cuervo. A la muerte del escritor los personajes de la narración quedaron atrapados en una lucha eterna, de la cual el rey Cuervo huyó, pero el príncipe valiente sacrifico su ... [+]
16 de febrero de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué cursilada, ¿verdad?
En serio, ¿qué es esto? "Princess Tutu", ¡vaya nombre! Y va de una chica que está enamorada de un príncipe de ojos tristes, y está resuelta a recuperar los trozos del corazón de su amado para que así vuelva a sentir. Y la chica tiene poderes mágicos que le proporciona un colgante, y se convierte en una deslumbrante princesa que lucha contra sus enemigos... ¡bailando! Buf...
Vedla.
Porque es una obra de arte. Porque no tendréis más remedio que claudicar.
"Princess Tutu" no es ya un recomendabilísimo anime del género "magical girl". Es un extraño viaje, uno plagado de criaturas mágicas, de un absurdo inquietante, de héroes y villanos que nunca lo fueron, de duelos épicos; de superación, de amor verdadero, de tristeza y dolor, de vida y muerte, de envidias, celos, pasión y venganza.
Con una escenografía tremenda, que mezcla referencias al ballet y a cuentos tradicionales para crear un ambiente único, la serie está concebida como un fascinante y retorcido cuento de hadas. Al contrario que muchos otros productos en los que la creación de un mundo mágico parece la excusa para meter truquitos de todo tipo, la magia en "Princess Tutu" tiene alma. Es real y palpable.
El dibujo es simplemente maravilloso, la ambientación de la ciudad y de todos sus lugares, que son dotados de una identidad propia, a la vez lúdica, deslumbrante y tétrica. Y los muchos y emocionantes momentos que aporta la trama se ven reforzados por una banda sonora de un preciosismo fuera de lo común, basada casi íntegramente en piezas de música clásica que suenan exactamente cuando tienen que sonar.
En ese sentido, las escenas de danza son a su vez sorprendentemente hermosas e inspiradoras, uniéndose tanto el excelente dibujo como la sobrecogedora música. A pesar de que en teoría parecería muy cursi, la serie logra convencer en ese punto y crear imágenes de una belleza impresionante. Tal vez el único fallo es que la animación a veces no está a la altura y no proporciona la sensación de gracilidad que se requiere, pero eso no impide que se disfrute igualmente.
Con todo, el gran acierto de este anime se encuentra en la historia. Su punto más original es sin duda el papel que el propio autor del cuento, Drosselmeyer, toma en él. Se convierte en un personaje más, uno que dirige los pasos del resto, que observa y juega con ellos, y en ocasiones actúa directamente para proporcionar otro rumbo a la trama. Ahiru, la chica protagonista, no es más que un pato que él eligió para entrar en el cuento y dar un giro interesante al desarrollo de los acontecimientos, otorgándole un colgante que le permite tanto adoptar forma humana como convertirse en la princesa Tutu. Y ella lo sabe.
Este simple detalle proporciona una profundidad a la trama inigualable; hace que los personajes sean conscientes de que están dentro de una historia, representando un papel, una historia cuyo final ha sido ya sellado por la mente de un enigmático escritor...
En serio, ¿qué es esto? "Princess Tutu", ¡vaya nombre! Y va de una chica que está enamorada de un príncipe de ojos tristes, y está resuelta a recuperar los trozos del corazón de su amado para que así vuelva a sentir. Y la chica tiene poderes mágicos que le proporciona un colgante, y se convierte en una deslumbrante princesa que lucha contra sus enemigos... ¡bailando! Buf...
Vedla.
Porque es una obra de arte. Porque no tendréis más remedio que claudicar.
"Princess Tutu" no es ya un recomendabilísimo anime del género "magical girl". Es un extraño viaje, uno plagado de criaturas mágicas, de un absurdo inquietante, de héroes y villanos que nunca lo fueron, de duelos épicos; de superación, de amor verdadero, de tristeza y dolor, de vida y muerte, de envidias, celos, pasión y venganza.
Con una escenografía tremenda, que mezcla referencias al ballet y a cuentos tradicionales para crear un ambiente único, la serie está concebida como un fascinante y retorcido cuento de hadas. Al contrario que muchos otros productos en los que la creación de un mundo mágico parece la excusa para meter truquitos de todo tipo, la magia en "Princess Tutu" tiene alma. Es real y palpable.
El dibujo es simplemente maravilloso, la ambientación de la ciudad y de todos sus lugares, que son dotados de una identidad propia, a la vez lúdica, deslumbrante y tétrica. Y los muchos y emocionantes momentos que aporta la trama se ven reforzados por una banda sonora de un preciosismo fuera de lo común, basada casi íntegramente en piezas de música clásica que suenan exactamente cuando tienen que sonar.
En ese sentido, las escenas de danza son a su vez sorprendentemente hermosas e inspiradoras, uniéndose tanto el excelente dibujo como la sobrecogedora música. A pesar de que en teoría parecería muy cursi, la serie logra convencer en ese punto y crear imágenes de una belleza impresionante. Tal vez el único fallo es que la animación a veces no está a la altura y no proporciona la sensación de gracilidad que se requiere, pero eso no impide que se disfrute igualmente.
Con todo, el gran acierto de este anime se encuentra en la historia. Su punto más original es sin duda el papel que el propio autor del cuento, Drosselmeyer, toma en él. Se convierte en un personaje más, uno que dirige los pasos del resto, que observa y juega con ellos, y en ocasiones actúa directamente para proporcionar otro rumbo a la trama. Ahiru, la chica protagonista, no es más que un pato que él eligió para entrar en el cuento y dar un giro interesante al desarrollo de los acontecimientos, otorgándole un colgante que le permite tanto adoptar forma humana como convertirse en la princesa Tutu. Y ella lo sabe.
Este simple detalle proporciona una profundidad a la trama inigualable; hace que los personajes sean conscientes de que están dentro de una historia, representando un papel, una historia cuyo final ha sido ya sellado por la mente de un enigmático escritor...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...hasta que se rebelan.
La primera temporada precisamente habla de cómo los personajes aceptan su rol. Ahiru se dedica a recoger trozos de corazón, Fakir protege a Mythos a toda costa y Rue deja fluir la sangre del cuervo en sus venas para tratar de arrastrar a su príncipe con ella. Es una lucha entre el bien y el mal en la que cada uno actúa según lo escrito.
A pesar del final feliz, muchos detalles apuntan a la tragedia. Aunque logren sus objetivos, parecen destinados a acabar insatisfechos; Ahiru porque sigue siendo un pato después de todo y la maldición de no poder confesar su amor sigue pesando, Rue porque en ciertos momentos se sobrepone y vuelve a ser ella, Fakir porque, tras desafiar su destino ya escrito, ha perdido su papel en la historia.
En la segunda, en cambio, los personajes despiertan y tratan de forjar su propio destino. Con un dramático giro de los acontecimientos a escasos episodios del final, descubren que deben enfrentarse a Drosselmeyer para escribir así su propia historia. Un cuento dentro de un cuento.
Por supuesto, todo esto no serviría de mucho sin el excelente retrato de personajes que se logra aquí, otro de los inesperados aciertos de la obra. Los cuatro protagonistas están escritos de una forma detallada, evolucionan a lo largo de la historia y cambian su punto de vista repetidas veces acerca del conflicto. Los cuatro tienen un pasado que les marca, ya sea por tragedias personales (Rue y Fakir), por conocer y ser incapaz de negar su propia naturaleza (Ahiru) o simplemente por estar atrapado en un cuento (Mythos). Y la trama se encarga de proporcionar pequeños detalles, incluso durante esa primera temporada, en los que se plantean su papel en la obra. A pesar de su naturaleza episódica (en cada capítulo Ahiru se enfrenta a algo), la serie tiene una trama muy sólida que fluye durante todos sus capítulos (o "actos") sin que haya un solo parón.
Por no hablar de la cantidad de secundarios, de seres mágicos y absurdos, de historias personales que surgen en cada episodio... Desde la enigmática Edel que guía los pasos de Ahiru, los personajes atormentados que ésta encuentra en todos los episodios, las compañeras de clase que, ajenas al devenir de los acontecimientos, no hacen más que meterle en aprietos sentimentales...
Es sin duda, a pesar de sus fallos ocasionales en el humor, una de las mejores y más originales series de animación de la década pasada. Emocionante, bella y turbadora a partes iguales, la historia atrapa hasta su mismo clímax final (y sorprendente resolución), convirtiéndose en una experiencia tan hermosa como indefinible, un poema que es a su vez mágico y visceral.
La primera temporada precisamente habla de cómo los personajes aceptan su rol. Ahiru se dedica a recoger trozos de corazón, Fakir protege a Mythos a toda costa y Rue deja fluir la sangre del cuervo en sus venas para tratar de arrastrar a su príncipe con ella. Es una lucha entre el bien y el mal en la que cada uno actúa según lo escrito.
A pesar del final feliz, muchos detalles apuntan a la tragedia. Aunque logren sus objetivos, parecen destinados a acabar insatisfechos; Ahiru porque sigue siendo un pato después de todo y la maldición de no poder confesar su amor sigue pesando, Rue porque en ciertos momentos se sobrepone y vuelve a ser ella, Fakir porque, tras desafiar su destino ya escrito, ha perdido su papel en la historia.
En la segunda, en cambio, los personajes despiertan y tratan de forjar su propio destino. Con un dramático giro de los acontecimientos a escasos episodios del final, descubren que deben enfrentarse a Drosselmeyer para escribir así su propia historia. Un cuento dentro de un cuento.
Por supuesto, todo esto no serviría de mucho sin el excelente retrato de personajes que se logra aquí, otro de los inesperados aciertos de la obra. Los cuatro protagonistas están escritos de una forma detallada, evolucionan a lo largo de la historia y cambian su punto de vista repetidas veces acerca del conflicto. Los cuatro tienen un pasado que les marca, ya sea por tragedias personales (Rue y Fakir), por conocer y ser incapaz de negar su propia naturaleza (Ahiru) o simplemente por estar atrapado en un cuento (Mythos). Y la trama se encarga de proporcionar pequeños detalles, incluso durante esa primera temporada, en los que se plantean su papel en la obra. A pesar de su naturaleza episódica (en cada capítulo Ahiru se enfrenta a algo), la serie tiene una trama muy sólida que fluye durante todos sus capítulos (o "actos") sin que haya un solo parón.
Por no hablar de la cantidad de secundarios, de seres mágicos y absurdos, de historias personales que surgen en cada episodio... Desde la enigmática Edel que guía los pasos de Ahiru, los personajes atormentados que ésta encuentra en todos los episodios, las compañeras de clase que, ajenas al devenir de los acontecimientos, no hacen más que meterle en aprietos sentimentales...
Es sin duda, a pesar de sus fallos ocasionales en el humor, una de las mejores y más originales series de animación de la década pasada. Emocionante, bella y turbadora a partes iguales, la historia atrapa hasta su mismo clímax final (y sorprendente resolución), convirtiéndose en una experiencia tan hermosa como indefinible, un poema que es a su vez mágico y visceral.