Tengo 21 años. Si me paro a pensarlo no soy yo el que se ve entre dos mundos, lo que he dejado atrás y lo que me queda por delante. Aún estoy en esa etapa de mi vida en la que puedo permitirme ser libre, soñar sin que alguien o algo me despierte, hacer planes absurdos, vivir el día a día. Así que con eso habría que esperar que "Beautiful Girls" me hubiera parecido una película correcta en la que mi implicación personal, sin embargo, fallara hasta el punto de que me importaría tres pares de cojones el destino de todos sus personajes y su cháchara sobre la madurez.

Pero no es así, ni de lejos. Creo que hacía mucho tiempo que una película no me calaba tanto, que no me emocionaba ni me hacía pensar en algo que ni siquiera debería preocuparme a estas alturas de mi vida, pero que lo hace. Tal vez porque pienso con frecuencia en mi futuro y no veo a nadie ni nada, ninguna idea concreta, sólo sueños, perspectivas absurdas, nada que pueda palpar o que me parezca mínimamente realista. Porque me da miedo. Me aterroriza pensar que una vez alguien dependerá de mí, que sólo me quedará mirar atrás y recordar con nostalgia aquellos momentos en los que fui un chico despreocupado y me podía permitir tener una ambición distinta para cada día de la semana. No me veo capaz de cambiar y sentar la cabeza, tomar mis propias decisiones y planificar mi vida con otra persona, asumir una rutina en la que no tendrán cabida todas las ideas locas que he tenido hasta ahora.

Disculpad mi falta de claridad porque me resulta terriblemente difícil expresar todo lo que he sentido viendo "Beautiful Girls", ni siquiera ordenar mis pensamientos, y eso es lo que la hace especial porque el cine no es montaje, no es iluminación, no es algo que puedas analizar y poner en bandeja en una crítica; no, el cine es emoción, es implicación personal, llegar al final y desear que no acabe ahí la historia porque te has encariñado con los personajes y te has hecho partícipe de sus problemas y de sus temores. Y cuando llegas a este punto te da igual que un personaje u otro tenga un rasgo exagerado, que uno hable con un tono demasiado afectado o el otro como un adolescente pajillero, porque sus dudas sobre el futuro, sus aspiraciones truncadas, su miedo a crecer y a reconducir sus vidas te han calado de tal forma que hasta el rasgo más absurdo o más peliculero te parece algo tan valioso que merece la pena recordarlo una vez termina la película y te enfrentas, con un nudo en la garganta, a la injusta tarea de analizar en frío algo que te ha sacudido las entrañas como no recordabas en mucho tiempo.

Por eso diré, sencillamente, que "Beautiful Girls" es una película maravillosa.