El boxeo (y su mundo) ha sido tradicionalmente un deporte cinematográficamente agradecido. Década tras década, han sido habituales cada poco tiempo películas sobre púgiles, normalmente enfocadas al drama, y no han sido raros los éxitos de crítica, público y los galardones. "Toro salvaje", "Rocky", "Cinderella Man", "El ídolo de barro", "Million Dollar Baby", "Más dura será la caída", "The fighter", "The boxer", "Huracán Carter"...la lista es larga y conocida.

Por ello, después de más de 70 años de largometrajes sobre boxeo, debe resultar difícil hacer una nueva película sobre este deporte sin caer en los manidos personajes (el entrenador, la mujer del boxeador, la familia, el mánager...) los recurrentes tópicos y estereotipos, el repetitivo tono de superación/drama/tragedia, los mil veces vistos ambientes de miseria y decadencia, la épica sucia, las segundas oportunidades...

Así, la película de Fuqua no es nada original y todo suena a muy visto; huelga decir además que don Antoine no es ni Scorsese ni Eastwood, pero lo cierto es que "Redención", siendo previsible y tópica, se deja ver bastante bien y por momentos fascina, sobre todo gracias a un Jake Gyllenhaal descomunal, quien aparte de trasformarse físicamente, resulta totalmente creíble en su papel de boxeador machacado, y a veces no se sabe si está sonado por los golpes o es que antes de pelear ya era un tipo de pocas luces. Excelente actuación la de uno de los mejores actores menores de 40 años en la actualidad.

Gyllenhaal está bien secundado por Rachel McAdams, quien pese a su breve aparición vuelve a demostrar que sus tontorrones papeles tipo "El diario de Noa" quedan ya muy lejos, y especialmente por Forest Whitaker en el manido personaje de entrenador-antiguo boxeador-alcohólico-que ayudará.

No pasará a la historia, pero hay otras mucho peores.