Me leí el libro hace tiempo y una vez que he visto la película, debe reconocerse su calidad, siendo una atinada adaptación, mas creo que no roza la excelencia, pese a sus numerosas virtudes.

El estadounidense Paul Bowles (1910-1999) fue uno de esos escritores fascinados por África que, siempre en permanente huida, se bebían hasta las macetas, frecuentaban los "hoteles" cuanto más piojosos mejor y se tiraban a todas las moritas bailongas que pudiesen, todo revestido siempre de intelectualismo y de etnografía no exenta de una mirada muy indulgente hacia el Magreb. Ahora bien, su novela es magnífica, tratándose de una de esas obras entre oníricas y embriagadoras, con personajes perdidos, que te transportan a otro mundo. Todo ello lo refleja de manera sabia y competente Bertolucci, ayudado por la fotografía (Storaro siempre es un plus), la banda sonora y el reparto, sobre todo la pareja Malkovich-Winger.

Lo malo es que lo que en el libro sigue siendo fascinante (lo de los tuaregs) en la película se hace pesado y llega un momento que se harta uno de tanta atronadora música muslime, tanto folklorismo de documental y tantos mugidos de camellos y rebuznos de infelices burritos cargados hasta las cejas (eso sí, a la Winger la ponen mirando a Cuenca, o a Tombuctú mejor dicho).