Proyecto Adam es una película de aventuras, bastante trepidante y efectiva, que conjuga con mucho acierto un buen equilibrio entre la acción, las grandes aventuras y, por qué no decirlo, el drama familiar entre progenitores e hijos.
Es cierto, como he leído varias veces ya, que no es una de esas películas que te vaya a cambiar la vida de ninguna forma. Como también es cierto que dudo que lo pretenda en ningún punto de su metraje.
La sensación que yo he tenido viéndola es la de estar asistiendo a un gran entretenimiento y, al mismo tiempo, estar ante una película que explora las relaciones entre padres e hijos con ternura y buen hacer que ha conseguido, incluso, llegar a emocionarme en algún punto.

En unos tiempos donde el cine de aventuras parece que cada vez más se está perdiendo (o relegado a la animación y a un sector del cine de superhéroes) y que una parte importante del poco que nos llega está plagado de referencias nostálgicas a los ochenta, creo que está bien y casi que debemos celebrar que productos de este estilo acaben en nuestras pantallas. El niño que hay dentro de mí agradece este tipo de películas ante las que se sienta simplemente pasar un buen rato divertido y agradable. Sin más historias.

Antes de acabar la crítica creo que es importante mencionar que a nivel meramente técnico la película cuenta con un presupuesto más que decente ya que la mayoría de escenas se ven muy chulas y el CGI no canta.
Por otra parte, si sois fans de Ryan Reynolds, ya sabéis que en estas películas se encuentra como pez en el agua y el actor se nota que está disfrutando y pasándoselo bien. Sus actuaciones no van a pasar a la historia pero se muestra solvente, efectivo y carismático, que es lo que realmente importa en estos productos dirigidos al público juvenil.

Poco más que decir, este producto es claramente lo que podéis esperar de él, ni más ni menos. Si compráis la fórmula y entráis dentro de la propuesta creo, sinceramente, que pasaréis un muy buen rato durante su visionado. Recomendable.