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España España · K-PAX
Voto de PROT:
8
Aventuras Cuando Sir Robin de Locksley regresa a su hogar después de haber luchado en las Cruzadas, los habitantes de Nottingham viven en la miseria a causa de los gravosos tributos decretados por el gobernador. Cuando, además, descubre que éste ha asesinado a su padre, decide vengar su muerte y, seguido de un compañero de aventuras sarraceno, se interna en el bosque de Sherwood. (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mónica fue el amor de mis diecisiete años. Sevillana de pura cepa, tenía Mónica unas dotes sobrenaturales para el dibujo y una capacidad sísmica para manipular el ritmo de mi corazón. Una mañana, en una piscina de Moratalaz, me cantó de cabo a rabo y mirándome a los ojos la canción ‘Sacrifice’, de Elton John, en lo que hasta la fecha había sido el episodio más romántico de mi vida. Y ya, de paso, me chafó la otra parte para siempre. Mónica era por entonces soñadora y aventurera, y calzaba aun en los más pedregosos días del verano unas botas de montaña que aumentaban todavía más su indígena atractivo. Su noviete de la época era Nacho, un chico pelirrojo al que llamábamos “Parábolas” y al que le olían los pies. Y era, además de su noviete, el garante del honor y el guardián de las llaves de los tesoros de Mónica.
Una tarde de Julio, después de los exámenes finales y presentándose en mi casa por sorpresa, Mónica me propuso ir al cine.
-A ver la última de Kevin Costner –acabó de insistir con su sonrisa de ferretería-. Me han dicho que está muy bien.
Fue alucinante disfrutar de ROBIN HOOD, PRÍNCIPE DE LOS LADRONES con Mónica. Y, durante buena parte de la película, unimos nuestras manos de niños con todo el tiempo del mundo por delante en una de esas demostraciones de cariño puro, tierno, simple o tonto que nos caracterizaron a los chicos y chicas de la década de los ochenta. Luego, por desgracia, y con los créditos finales, tocaba bajar a la tierra para dejar a Mónica otra vez colgada del brazo del “Parábolas”, que la esperaba a la salida, y regresar solo a casa desde la atestada, luminosa y hermosísima Gran Vía.
Bajo el sol de hoy, diecinueve años después, sólo sé que el carácter aventurero de Mónica sigue intacto, y creo, por lo que de refilón me han contado, que al “Parábolas” le siguen oliendo los pies. Y sé que el fin de muchas películas sigue conllevando necesariamente una vuelta a los problemas, y que el escuchar de nuevo ‘Sacrifice’ es conocer y reconocer de cerca y muchas veces a las abejas irritadas de Gustavo Adolfo Bécquer. Y que hay personas por las que todo lo que hacemos lo hacemos por ellas, si es que en español se puede admitir la frase escrita de igual forma que suena cantada en el tema de Bryan Adams. Y que hay cosas con las que uno a duras penas puede ser objetivo. Y que la permanencia y la candidez de los amores adolescentes es sin duda algo por lo que merece la pena morir.
PROT
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