Sinceramente y con todo el respeto al escritor de la novela, este argumento del desahucio de una casa no es que sea algo que despierte demasiado interés. Mis temores se cumplieron y «Casa de arena y niebla», a pesar del bonito título y el impresionante reparto, no destaca especialmente.

Yo, cómo no, de lo primero que voy a hablar es de Jennifer Connelly. Ya he manifestado otras veces lo hermosísima que me parece, y aquí vuelve a demostrarlo, por mucho que se empeñen en vestirla mal, despeinarla y darle un ligero aspecto de drogadicta, tema este que no se aclara en ningún momento. Ella, de ojos de felino, de cabello rabiosamente oscuro, de rostro angelical, es demasiado guapa y demasiado elegante como para que pase desapercibida. Y encima es una gran actriz.

Respecto al argumento, es una cosa tan rara, tan poco cinematográfica, que termina sorprendiéndote de que se puedan rodar dos horas alrededor de una casa y unos cuantos personajes que se pelean por ella. Yo al final, con tanto giro de guión, me quedo descolocada, con un final absolutamente injusto y dramático que te deja un cuerpo malísimo. La historia, sin embargo, es bastante mesurada, ya que lo que parecía un viaje a lo peor del ser humano (o a lo mejor, que también podría valer), que es lo se espera, se queda en un paseo con mucho de mala fortuna, malentendidos, falta de diálogos y comportamientos extraños.

Por cierto que los únicos que salen de rositas son los únicos que verdaderamente son culpables: el Estado. Ya que no podemos olvidar que es un error burocrático (o premeditado, o vete tú a saber qué) lo que provoca el desahucio de la pobre Kathy.

No me ha gustado, y por eso no la apruebo, aunque es bastante digna a pesar de sus limitaciones.