Yo sí juego, ¿por qué no? Lejos de desencantarme, tras ver "La huella" se me han despertado las ganas de hacer teatro. Mucho teatro.

Dicen por ahí que el Cine no casa bien con el Teatro; y yo lo digo al revés: si algo se demuestra con esta película es que el Cine es Teatro y que deben ir de la mano para conseguir buenos resultados. Un único escenario, dos actores con tablas y una obra teatral trasladada a guión de cine de manera prodigiosa. Todo lo que vemos tiene sentido, una causa y un fin; además, entremezclando la tragedia y la comedia de manera sensacional, con un director que hace lo que tiene hacer en cada momento.

Por supuesto, nada de esto hubiera sido posible sin los dos actores con los que cuenta. Sé que voy a decir más de lo mismo, porque pocas veces he visto tanta unanimidad en las opiniones, pero es que no puedo pasar por alto a Laurence Olivier y Michael Caine. Atención a la variedad de registros emocionales que van desplegando a lo largo de la película; es como si cada uno de ellos hiciera varios personajes al mismo tiempo, siempre magistrales, siempre "viviendo" la escena, siempre interpretando con la naturalidad propia del talento más brillante y genuino. Puro talento. Dos lecciones interpretativas que uno no se cansa de ver. De hecho, yo no me cansaba, y mi placer era tan grande que hasta los ciento cuarenta minutos se me han hecho cortos.

La única pega es que es un thriller, y como thriller pierde la consistencia que podría haber tenido, con un mensaje final algo discutible. Aún así, me ha encantado. Y Caine y Olivier son tan maravillosos, que no verla sería imperdonable.