Cada uno tiene sus temas fetiche y parece claro que el de David Ayer es el del mundo de la policía. Diría que este hombre es esencialmente un autor, y quizá por eso se entienda que estuviese tan diferente, tan desganado cuando tuvo que hacer «Escuadrón suicida».

Sin embargo, cuando se dedica a hablar de los temas que le gustan da a luz a obras interesantes cuanto menos. Cogiendo un poco el testigo de Antoine Fuqua en sus buenos tiempos, Ayer hace una película de acción con elementos clásicos y un reparto sólido, y masculino en su mayoría: Forest Whitaker, Hugh Laurie, Chris Evans y el protagonista absoluto Keanu Reeves. Una película de policías buenos, malos, no tan bueno, no tan malos o todo a la vez. Porque, ¿qué define el ser buen un policía, o una buena persona? Con una visión bastante negra del sistema, «La ley de la calle» hace que nos preguntemos: ¿realmente alguien tiene que hacer el trabajo sucio? ¿Es así, al margen de la ley, como se hace justicia? ¿Es el protagonista Tom un hombre honesto, un hombre íntegro? Al fin y al cabo: ¿es Tom Ludlow un buen policía?

Quizá la cinta no nos dé la respuesta y todo dependa de la interpretación del espectador. ¿Se trata de una reafirmación o una crítica apabullante? Me inclino por lo segundo. Es posible que la propia historia se entreguen a la inevitable podredumbre de un sistema lleno de sombras, ambición e intereses egoístas con la única esperanza de que, al menos, se salven algunas vidas por el camino, aunque sea aplicando no la ley de los códigos penales sino la implacable ley de la calle. Y esto te deja una sensación muy rara en la conciencia y un regusto amargo en el ánimo.

Aires de cine negro actualizado con unas escenas de acción espectaculares, de lo mejor que se ha rodado en los últimos tiempos. Un gustazo.