Nueva York, 1974. Phillipe Petit es un hombre que se propone algo imposible: Caminar la distancia que separa las dos torres del World Trade Center sobre una fina cuerda de hierro sin mas ayuda que la de un mástil que le ayude con a mantener el equilibrio. Es entonces cuando la película se traslada hacia atrás en el tiempo para mostrarnos todos los avatares que Petit vive hasta llegar al momento culminante de su odisea.

Narrada por el propio protagonista, interpretado de una manera convincente por Joseph Gordon-Levitt, la película retrocede en el tiempo para contarnos todo el proceso de la aventura. Desde su infancia, en la que empezó a interesarse por el funambulsmo, los ensayos y pruebas en diferentes edificios en distintas partes del mundo... con su aventura, Petit se convirtió en el centro de las miradas de aquellos que alababan su atrevimiento pero también de los servicios de policía, quienes le seguían la pista tratando de evitar sus hazañas.

Robert Zemeckis da muestra, una vez mas, de la mano maestra que tiene para convertir la historia de un hombre corriente, en toda una aventura que se disfruta por su sencillez y se sufre por la tensión que consigue imprimir a cada escena en el momento culmen de la cinta. Los efectos especiales sirven para, magistralmente, crear un skyline de la ciudad que nunca duerme, realmente mágico. Las tomas de la calle, cuando Gordon-Levitt nos invita a mirar hacia abajo junto a él te quitan la respiración.

El resto del elenco, mayoritariamente desconocido, cosa que encuentro todo un acierto, encaja a la perfección en cada una de las escenas. Todos convergen y se relacionan de manera equilibrada para encumbrar a Petit en su objetivo. La escena cumbre de la película, es un ejercicio de control de cámara y tensión sin comparación hasta la fecha.

En resumen, Zemeckis y Gordon-Levitt han creado una película sencilla pero arriesgada al mismo tiempo, donde todo funciona como un reloj, para otorgarnos una de las cintas mas sorprendentes y estimulantes del último año.

7/10