Es una película entretenida y con el sello de Shyamalan (que no es el director pero sí el guionista), que desde mi punto de vista se resume en una palabra: Infantil. Me ha recordado un tanto a “The Box” por la moraleja moral que lleva consigo y el estilo.
No me dio ningún miedo y eso que la palabra diablo me pone en sí misma la piel de gallina, pero es que en todo momento uno percibe que nos está contando un cuento y los cuentos no asustan.
No entiendo como Shyamalan no se dedica a hacer cine para niños porque se le daría de maravilla. Es curioso que lo que le gusta es contar cuentos pero para adultos pues los mezcla habitualmente con temas de terror, curiosa combinación la verdad. A mí este director me tiene desconcertada, le veo original y diferente al resto, ilógico. Llego a la conclusión de que lo que pretende es que los adultos no dejemos de ser niños o que el buen hombre es un niño grande y es su forma de transmitir cine.
En España hay una persona que se llevaría de maravilla con él: Agatha Ruiz de la Prada, que hace ropa que parece diseñada por sus hijos pero luego la gente se la pone y tan felices que van, pero no se puede decir que sea ropa muy adulta, sino diferente, o te gusta o la detestas, como a este director.
Un último apunte: A mí me gusta el cine de Shyamalan porque soy pelín infantil, pero he de reconocer que en algunas de sus películas hay cosas que dan la risa de lo absurdas que son, como en “El bosque” o “El Incidente” que me tronchaba de risa en vez de asustarme. Su obra maestra fue “El sexto sentido”, que es su peli más adulta pese a que el prota sea un niño.