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Voto de TadZio_MaD:
9
8,1
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Drama
Elisabeth (Liv Ullmann), una célebre actriz de teatro, es hospitalizada tras perder la voz durante una representación de "Electra". Después de ser sometida a una serie de pruebas, el diagnóstico es bueno. Sin embargo, como sigue sin hablar, debe permanecer en la clínica. Alma (Bibi Andersson), la enfermera encargada de cuidarla, intenta romper su mutismo hablándole sin parar. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2007
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá hay que decir las cosas claras para empezar a decir algo, o temamos todos caer en el "hablar por hablar" tan de moda hoy. Amén. Quizá hay que decir alto que sí, que es una película "intelectual", realizada por un "intelectual", aunque no para intelectuales...quizá "para" nadie. Considero que estamos frente a un testamento vital (por no decir la vida testamentándose a si misma). Por tanto, calificarla presenta de por si muchas dudas e inseguridades. Quizá...baste con el esfuerzo de dejarse llevar (como la lúcida voluntad del personaje de Liv Ullman), de escuchar lo que éstos dicen con algo más que el oído ansioso. Quizá sólo se trate de hacer aquello tan antiguo (¿e intelectual?) de ponerse en la piel de otro...Bergman nos desvela que ese otro te mira, te analiza, te disecciona....y que ese otro, por cierto, eres tú. Espectador, actor, persona, que más da, todo es artificio, y descubrirlo, diría desnudarlo en la pantalla, ¿incomoda?, ¿duele?, está claro que se siente. Algunos una náusea, otros un bostezo, los más...."esto es para intelectualoides". Y se acabó la función. Luego, la nada. Pero siempre la vida, qué, como dice el personaje de Bibi Andersen, por más que no queramos, ésta se desborda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Leyendo otras críticas y escuchando a la gente en la calle, cansa escuchar la palabra intelectual o similares (“culturetas” es lo último y “chic”) como una banalización, soberbia e ignorante, de otra cosa que no es "más" que el placer de disfrutar de la belleza, del dolor (liberador o condenatorio) de asumir los prejuicios, y de la perplejidad de asistir a la trágica representación humana. ¿ Alguien olvida que "persona" etimológicamente hace referencia a las caretas que usaban los actores griegos en sus representaciones?. Y que tampoco nadie olvide, rememorando las palabras de otro intelectual (en el sentido más vivo de la palabra) como Fernando Fernán Gómez, al decir que "con Franco, la palabra intelectual era peyorativa". Tal vez el mayor fascismo consista en clasificar de una manera infantil lo que se desconoce o no apetece conocer. Eso sin hablar del complejo que revela menospreciar algo de lo que uno no prescince, como es el uso de la razón y la “consciente” afectación de los sentidos; que por algo critican, ven películas y aman (los que puedan o los que sepan). La vida elude opinar, va más allá de calificativos tales como intelectual, borrego, culto, humanista, villano o cretino, pues fluye entre todos ellos sin importarle lo que hagamos con nuestros juegos de palabras. Y respecto a los que usan indiscriminadamente la palabra pedante, sólo recordarles que originariamente aludía a los maestros que iban a las casas a enseñar ¡¡a los niños gramática!!.
"Vocación de vida" leí en otra crítica. Hermosa expresión, y muy acertada para lo que trata la película de Bergman, en especial algunos de sus momentos más intensos y vacíos (o repletos de vida, tanto da). Qué en algo menos de hora media pueda “hablarse de la nada”, o siendo más prosaicos, tematizando que de nada puede hablarse, con tal intensidad, ¡¡debería decirnos algo!!; qué lo casual(¿?) de un fugaz encuentro orgiástico relatado por Bibi Andersen, y lo posterior unión “en la cumbre” con su amante, nos revele algo dramático y “sagrado” mostrado con tal simplicidad...y bueno, (dejaré de parecer un intelectual) como insinuaba al principio, todo un testamento vital, no tanto recogiendo pedazos de vida como intentando condensar ésta, haciéndonos partícipes de un espectáculo, que en definitiva, es el nuestro, hacen de esta película algo extraordinario no sólo en la obra de Bergman, sino en el cine en general. Por algo ha sido y es influencia para otros artistas. Digámoslo claro, una autoridad. Aunque esta palabra provoque irritación en la conciencia progresista , o al menos, la de muchos que hacen el papel de tal, pero que en seguida se les ve el plumero.
"Vocación de vida" leí en otra crítica. Hermosa expresión, y muy acertada para lo que trata la película de Bergman, en especial algunos de sus momentos más intensos y vacíos (o repletos de vida, tanto da). Qué en algo menos de hora media pueda “hablarse de la nada”, o siendo más prosaicos, tematizando que de nada puede hablarse, con tal intensidad, ¡¡debería decirnos algo!!; qué lo casual(¿?) de un fugaz encuentro orgiástico relatado por Bibi Andersen, y lo posterior unión “en la cumbre” con su amante, nos revele algo dramático y “sagrado” mostrado con tal simplicidad...y bueno, (dejaré de parecer un intelectual) como insinuaba al principio, todo un testamento vital, no tanto recogiendo pedazos de vida como intentando condensar ésta, haciéndonos partícipes de un espectáculo, que en definitiva, es el nuestro, hacen de esta película algo extraordinario no sólo en la obra de Bergman, sino en el cine en general. Por algo ha sido y es influencia para otros artistas. Digámoslo claro, una autoridad. Aunque esta palabra provoque irritación en la conciencia progresista , o al menos, la de muchos que hacen el papel de tal, pero que en seguida se les ve el plumero.