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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
3
Comedia. Drama Años setenta. El joven Augusten Burroughs (Joseph Cross) pertenece a una conflictiva familia de clase media compuesta por un padre alcohólico (Alec Baldwin) y una madre desequilibrada y narcisista (Annette Benning), una poetisa que no ha publicado nada, pero que vive obsesionada con la idea de hacerse famosa. Cuando sus padres se divorcian, la madre envía a Augusten a vivir con el doctor Finch (Brian Cox), un psiquiatra muy poco ... [+]
28 de agosto de 2007
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suelta tacos, pega puñetazos a cosas, grita... ¿es ese Baldwin en su salsa? Está claro que sí, aunque yo hubiera preferido ver como mandaba a la Gellar a freir espárragos junto con su estilista, o como mamporreaba un aire acondicionado en un teatro de Broadway porque no enfriaba lo suficiente a tragarme dos horas de este interminable tostón donde sólo le vemos lucirse 15 min. y, en el cual, para colmo Bening le pega unos berridos también y se mete con él constantemente.
Me gustaría ver esa situación en la vida real... pobre Bening, ¡JA!, si no le cayese una lámpara en la cabeza tendría suerte de más.
Y encima luego dicen que sus pretensiones aterrorizan a sus compañeros de reparto.. ¿pretensiones? ¿jarl? ¿dejarse maltratar en una peli es tener grandes pretensiones? venga hombre... y si lo dicen por la Gellar, esa ni es compañera de reparto, ni actriz, ni nada, está allí por su cara bonita, y para ver si deja de poner caras de susto por medio mundo, claro... juasjuas..

Como he dicho, el amigo Baldwin desaparece a los 15 min., y a partir de ahí uno se tiene que conformar con seguir las vivencias de una familia de locos que, mínimo, debería ser ingresada en un manicomio con muchas rejas y poca luz, a ver si así se les iba un poco la demencia y, de paso, mostraban algo más grato al sufrido espectador que, no contento con ver las esperpénticas discusiones mientras cenan, tienen que tragarse casi 120 min. de esta plomiza cinta.

Luego, están esos momentos donde el director intenta sacar a relucir la supuesta profundidad de la peli, con su musiquita de fondo acompañando, los protas confesándose como en Gran Hermano y contando historias la mar de tristes para ver quien lagrima antes y cosas por el estilo que, como es evidente, no funcionan ni de coña al toparnos con un desarrollo tan pueril de los protagonistas que lo único que parece buscar, en ocasiones, es la extravagancia menos sutil, cosa que no funciona ni de puro cachondeo.
Ah, por cierto, a destacar la interpretación de Joseph Fiennes (quien me diría a mi que estaría escribiendo esto con sus pintas de panoli y su poca maña -o limitación, llámesele como quiera- interpretativa), que hasta impone y todo aquí. Ver para creer.
Grandine
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