La chaqueta metálica, una obra de culto por gran parte de la crítica que hasta día de hoy no he visto, impulsado precisamente por eso, por la buena crítica.

El placer como espectador cinéfilo tras ver esta película es grandioso. No hay pegas, no hay quejas. He visto lo que visto y agradezco esta nueva alegría que me da el cine.

La película se puede decir que está dividida en dos partes. Cada una con su reparto y situaciones aunque algunos elementos están en común.
Y cada parte sublime a su manera.

La primera parte es directa, cruda. Podríamos decir incluso que simple, pero eficaz.
Tenemos a una cuadrilla de novatos militares cada uno con su personalidad y comportamientos, agobiados bajo la mano de un sargento de hierro que lo borda.
Es una primera parte grandiosa, que por momentos nos desquiciará e incomodará, incluso nos dejará helados.
La disciplina hace al hombre, pero no sabemos qué tipo de hombre y mentalidad surgirá.

La segunda parte, ya en contexto bélico, tiene momentos de subidas y bajadas, pero el resultado es igualmente mayúsculo.
Más crudeza, esta vez al frente, comprobando como aquellas mentalidades cambian y se adaptan a la verdadera realidad del peligro.
Escenas duras, altamente creíbles.

Y toda la película bañada de frases y simplezas, pero que sin embargo se hacen un hueco en la retina y el oído. Pequeños detalles así, que quedan grabados a fuego son los que hacen grande a una película.