En esta película encontramos al diablo en forma de psicópata. Bueno, en realidad encontramos a varios psicópatas y cada uno de ellos quiere ser mas diablo y psicópata que ninguno. Da igual que sea policía, enfermo mental o delincuente, nadie se libra de las influencias del mal.
En esta particular ley del Talion, nadie se salva de la brutalidad propiciada por propios y extraños.

Lo cierto es que todo empezó una fría noche de invierno, cuando un desequilibrado, que jugaba a ser psicópata se sintió tentado por el diablo para cometer un crimen. La fechoría pareció agradarle, pero su satisfacción enfermiza duró poco tiempo, pues el diablo eligió materializar su venganza haciendo enloquecer a un policía, cuyo acto de venganza se vio idealizado al ver rodar por el suelo la cabeza de su novia. Por lo que el desequilibrado de mirada feroz se encontró con la horma de su zapato, pero tratándose de una película asiática y de terror, todo lo que podamos imaginar se multiplica exponencialmente; lejos de la comercialidad slasher Hollywodiense a la que nos tienen acostumbrados los Freddy Krugger, Jasons Voorhees o Michael Myers, para adentrarnos en una locura mas visceral y explícita, sin censura de ningún tipo.
Pronto comprobaremos, como la locura puede cambiar a una persona normal y corriente, con tal de cobrarse su venganza.

Si bien, la historia está contada al principio, pero el director Kim Ji-Woon parece recrearse en la locura de su principal protagonista, pues enseguida vemos como el policía justiciero da caza al asesino de su novia, pero tras casi acabar con su vida, le deja libre, para que el juego macabro se alargue casi dos horas mas. ¿Era necesario alargar tanto la película para justificar tanta violencia al mas puro estilo Saw?.