Cuenta el maestro Ford, en el libro de entrevistas que escribió Peter Bogdanovich, que hizo esta película con la intención de divertirse. Y vaya si se divirtió. Sobre todo él, porque lo que es el espectador... Ford monta tal follón con el guión (si es que lo hubiere, que no creo) que asistimos atónitos al tremendo caos que se nos muestra en pantalla. Aunque, a decir verdad, todo queda resumido en un hombre con cara de bulldog que tiene unos doscientos frentes abiertos. Gideon o Jack Hawkins está siempre malhumorado, trata mal a todos y tiene menos tacto para decir las cosas malas que un médico. Anda a empellones con todo el mundo y cada vez que entra en su despacho lanza rabioso su sombrero al suelo. Con este panorama nos podemos hacer unas cuantas preguntas: ¿Por qué su santa esposa no lo echa a patadas de casa? ¿Será capaz de reir alguna vez? ¿Por qué el gran John Ford nos obsequió con esta mascarada?