Una obra de arte, eso es esta película. La guerra entre dos actrices en el competitivo mundo del teatro es el marco de esta fábula respecto a la ambición, el arribismo, la soberbia, el amor, la envidia, etc. El director Mankiewicz hace un gran trabajo haciendo de cada toma, cada plano, cada enfoque la envoltura perfecta de las magistrales interpretaciones de sus protagonistas.

Anne Baxter está inolvidable como la arribista Eve Harrington con una piel de cordero que esconde la gran inmundicia de su espíritu, George Sanders -ganador del Oscar por esta actuación- se roba la película como el intrigante Addison De Witt que nos conduce en el relato y Celeste Holm como Karen junto a Gary Merrill, Hugh Marlowe, Thelma Ritter y una jovencísima Marilyn Monroe componen el secundario de lujo que acompañan a la protagonista, a quien quiero poner en un párrafo aparte.

Bette Davis se la jugó en esta película, la primera que hacía fuera de su estudio por muchos años Warner Bros. quienes le rescindieron el contrato al parecer por los constantes problemas entre ella y Jack Warner y aparte porque dijeron que era una estrella en descenso. Pareciera que dispuesta a demostrarle a todos que no era así (y con una conveniente indisposición de la actriz escogida originalmente, Claudette Colbert) se hizo del papel de Margo Channing convirtiendo en uno de los roles más fascinantes de la historia del cine. Engreída, apasionada, temperamental, sólo el talento de Bette Davis pudo dar vida a esta diva del teatro en una actuación monumental, basta recordarla en la escena donde discute con Bill (Merrill) antes de la fiesta en una escena donde la Davis nos da toda una lección de histrionismo.

Nadie que se jacte de ser amante del cine puede dejar de verla, su visión es obligatoria.