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Voto de Ferdydurke:
6
7,1
10 860
Drama. Intriga
Víctor (Leonardo Sbaraglia) llega con su novia (Leticia Brédice) a París, donde toda su familia se ha reunido en torno a su padre (Fernando Fernán Gómez), un importante empresario al que le han diagnosticado un tumor. Un día, lo sorprende tirando las pastillas y vistiéndose a escondidas para intentar escapar de la clínica. Víctor, conmovido por la soledad del anciano, intenta ganar su confianza y convertirse en su cómplice. (FILMAFFINITY) [+]
17 de junio de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gata sobre el tejado de zinc* y La caja de música**.
Duelo a muerte/eterno entre la heterosexualidad (femenina, obvio), qué perra, qué mala, que da vida, y la homosexualidad (masculina, me sacas de una duda), qué buena, qué pura, que es yerma, está muerta o se nos muere, siempre.
Guerra de sexos.
Y entre el gran dinero demonio y el comunismo angélico. Ah, y los médicos, para variar, asolando el mal perpetrando, y la literatura, mejorando lo presente, que hermosea, descubre, inventa todo lo que toca, heredarás la tierra.
Es una película panfleto, soflama, ideológica, maniquea, pero lo suficientemente bien hecha o urdida, contada, interpretada y rodada para que se goce, no importe, con su investigación (al fin de la noche, más allá del arcoíris), sus riñas, pullas, secretos, mentiras, conspiraciones, sombras, agonías, polvos, lodos, hallazgos y sorpresas.
Duelo a muerte/eterno entre la heterosexualidad (femenina, obvio), qué perra, qué mala, que da vida, y la homosexualidad (masculina, me sacas de una duda), qué buena, qué pura, que es yerma, está muerta o se nos muere, siempre.
Guerra de sexos.
Y entre el gran dinero demonio y el comunismo angélico. Ah, y los médicos, para variar, asolando el mal perpetrando, y la literatura, mejorando lo presente, que hermosea, descubre, inventa todo lo que toca, heredarás la tierra.
Es una película panfleto, soflama, ideológica, maniquea, pero lo suficientemente bien hecha o urdida, contada, interpretada y rodada para que se goce, no importe, con su investigación (al fin de la noche, más allá del arcoíris), sus riñas, pullas, secretos, mentiras, conspiraciones, sombras, agonías, polvos, lodos, hallazgos y sorpresas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
* Ese trío compuesto por una pareja homosexual masculina y una gata que se mete en medio para romperla y llevarse lo suyo, lo cual consigue por la debilidad/cobardía de uno de los dos hombres.
** Al final descubre que su madre es o era nazi, hostias (es divertido escuchárselo a un argentino), vete a la mierda.
La familia es mala, el amor prohibido es bello bendito.
Sbaraglia (el buen hijo viene de fuera, como en Soñadores, el que mejor ve, de Argentina o las estrellas, astrofísica, observatorio, el que mira, desde la distancia y se acerca, del telescopio al microscopio, los otros no pueden ver porque están demasiado cerca, en el negocio/ajo) sería el macho idealizado (solo hay que fijarse en cómo le mira Antonio, el jefe de todo esto, el director y escritor, Hernández, en el quicio de la puerta, entra o no entra, vestido de masajista, qué ironía) en el sentido de que las más hermosas mujeres lo desean (a muerte, por él se entregan se rompen). Roberto Álvarez, el punto medio, el mediocre perfecto, sin atributo ninguno, de muy poco vuelo, de escaso cerebro, simple, previsible, básico, primitivo, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Álex, el pérfido manejado a modo por la mala madre, la mala educación.
Bredice rendida/seducida y abandonada (no tanto) por Leonardo lo mismo que Ana, imantadas por su luz, la otra es la despechada insufrible graciosa (lo borda Adriana), la última es la zorra usurpadora, a la juventud viruelas, Las cuatro estaciones, Las amistades peligrosas.
Se podría argüir que le gustan, a la película, al que narra, más los hombres, claro, pero en verdad el retrato es lo suficientemente rico y variado y prolijo y hasta a ratos más o menos complejo para que no sea tal que así ni mucho menos, hay un poco de todo.
Está bien cómo se dosifica la información y se va soltando gradualmente, tanto en lo que tiene que ver con las pasiones de unos y otras (en ese aspecto es muy hábil al mostrarnos cómo lo que creen, mucho más él, escondido oculto, la relación entre Leo y Ana, todos lo saben, lo cual se hace de forma indirecta y sutil) como en todo lo referido a la gran trama o misterio de la película que tiene como tres (o cuatro si contamos lo imaginado por Gómez, lo que se está reproduciendo eternamente en un presente infinito en su turbada moribunda cabeza/alma) finales o conclusiones sucesivas, la versión primera de la madre que viene a decir que lo denunció el padre y murió el otro en la cárcel, la segunda que nos da a entender/explicar que lo denunció, pero que no murió, siguió vivito y coleando, escribiendo y amando, y la tercera, y que parece la definitiva, que lo denunció, pero no él, la mujer, y que siguió vivito y coleando, escribiendo y amando y cojeando, y hasta en verdad una cuarta o quinta que sería la de la novela en la ciudad sin límites escrita por Rancel, la vuelta de la revuelta que a mi razón se hace, las capas de la cebolla y la Hhistoria.
En el final se explicita el mensaje y se produce el duelo último que es un tanto engañoso, lo que podría parecer un triunfo aplastante moral/venganza del otro sobre ella (ha resistido y el marido ha muerto recordando/añorándole a él, no a ella, a la que odia o, por lo menos, teme), se le da un giro último inteligente implacable a través del que se ve como él se queda solo, el bueno, y la mala, la bruja piruja del cuento a la que solo le falta la escoba (la debe tener depositada introducida en el culo), se va con toda la familia, desastrosa (como todas en mayor o menor medida), pero a su manera muy unida, y ancha es Castilla.
Quizás lo que quede más cojo sea la trama farmacéutico empresarial heredada que no se resuelve ni se aclara ni se engarza con la historia principal, como se debiera, ni, a eso apunta, nada les importa.
Ah, muy por supuesto que quedan cabos sueltos durante el trayecto (se toman ciertas libertades para encajar las piezas dramáticas que les interesan del puzle), pero bueno, eso en este caso es lo de menos.
París-Austerlitz sería el reverso.
** Al final descubre que su madre es o era nazi, hostias (es divertido escuchárselo a un argentino), vete a la mierda.
La familia es mala, el amor prohibido es bello bendito.
Sbaraglia (el buen hijo viene de fuera, como en Soñadores, el que mejor ve, de Argentina o las estrellas, astrofísica, observatorio, el que mira, desde la distancia y se acerca, del telescopio al microscopio, los otros no pueden ver porque están demasiado cerca, en el negocio/ajo) sería el macho idealizado (solo hay que fijarse en cómo le mira Antonio, el jefe de todo esto, el director y escritor, Hernández, en el quicio de la puerta, entra o no entra, vestido de masajista, qué ironía) en el sentido de que las más hermosas mujeres lo desean (a muerte, por él se entregan se rompen). Roberto Álvarez, el punto medio, el mediocre perfecto, sin atributo ninguno, de muy poco vuelo, de escaso cerebro, simple, previsible, básico, primitivo, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Álex, el pérfido manejado a modo por la mala madre, la mala educación.
Bredice rendida/seducida y abandonada (no tanto) por Leonardo lo mismo que Ana, imantadas por su luz, la otra es la despechada insufrible graciosa (lo borda Adriana), la última es la zorra usurpadora, a la juventud viruelas, Las cuatro estaciones, Las amistades peligrosas.
Se podría argüir que le gustan, a la película, al que narra, más los hombres, claro, pero en verdad el retrato es lo suficientemente rico y variado y prolijo y hasta a ratos más o menos complejo para que no sea tal que así ni mucho menos, hay un poco de todo.
Está bien cómo se dosifica la información y se va soltando gradualmente, tanto en lo que tiene que ver con las pasiones de unos y otras (en ese aspecto es muy hábil al mostrarnos cómo lo que creen, mucho más él, escondido oculto, la relación entre Leo y Ana, todos lo saben, lo cual se hace de forma indirecta y sutil) como en todo lo referido a la gran trama o misterio de la película que tiene como tres (o cuatro si contamos lo imaginado por Gómez, lo que se está reproduciendo eternamente en un presente infinito en su turbada moribunda cabeza/alma) finales o conclusiones sucesivas, la versión primera de la madre que viene a decir que lo denunció el padre y murió el otro en la cárcel, la segunda que nos da a entender/explicar que lo denunció, pero que no murió, siguió vivito y coleando, escribiendo y amando, y la tercera, y que parece la definitiva, que lo denunció, pero no él, la mujer, y que siguió vivito y coleando, escribiendo y amando y cojeando, y hasta en verdad una cuarta o quinta que sería la de la novela en la ciudad sin límites escrita por Rancel, la vuelta de la revuelta que a mi razón se hace, las capas de la cebolla y la Hhistoria.
En el final se explicita el mensaje y se produce el duelo último que es un tanto engañoso, lo que podría parecer un triunfo aplastante moral/venganza del otro sobre ella (ha resistido y el marido ha muerto recordando/añorándole a él, no a ella, a la que odia o, por lo menos, teme), se le da un giro último inteligente implacable a través del que se ve como él se queda solo, el bueno, y la mala, la bruja piruja del cuento a la que solo le falta la escoba (la debe tener depositada introducida en el culo), se va con toda la familia, desastrosa (como todas en mayor o menor medida), pero a su manera muy unida, y ancha es Castilla.
Quizás lo que quede más cojo sea la trama farmacéutico empresarial heredada que no se resuelve ni se aclara ni se engarza con la historia principal, como se debiera, ni, a eso apunta, nada les importa.
Ah, muy por supuesto que quedan cabos sueltos durante el trayecto (se toman ciertas libertades para encajar las piezas dramáticas que les interesan del puzle), pero bueno, eso en este caso es lo de menos.
París-Austerlitz sería el reverso.