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Voto de Ferdydurke:
5
2012
6,1
83
Documental
Nunca hubo otra modelo como Bettie Page. A partir de sus propias palabras, este documental recorre toda su vida: desde su complicada infancia hasta su exitosa carrera como modelo en la década de 1950. (FILMAFFINITY)
29 de diciembre de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flojito documental sobre el mito pin-up por excelencia. La chica del flequillo y los biquinis (hechos a veces por ella misma); la guapa y atlética muchacha de la constante sonrisa y el erotismo pacato de los años cincuenta.
Superficial visión de una vida a partir de unas declaraciones suyas al final de sus días. Somero repaso, sin alma ni brillo. Lo más que vemos son sus innumerables fotos posando con poca ropa, o nada, y mucho desparpajo. El resto, su atribulada vida, pasa como un relámpago.
Nacida en una familia pobre, para variar, en 1923, con padre abusador y madre superada y poco cariñosa, desde pequeña quiso ser artista, farandulera mayor. Cosa que logró debido a sus carnes prietas, su poca vergüenza y la clara falta de tapujos o hipocresía. Desenvuelta, lanzada y aventurera.
Años de revista y desnudos en los que parece que fue feliz. Hasta que atacó el puritanismo recurrente norteamericano, también nuestro, y la acusaron, a su "arte" insinuante, de peligrosamente pornográfico, quizás agarrándose a la deriva sadomaso de sus últimos posados o pequeñas películas (breves cortos mudos y maliciosos).
El contexto es el submundo pulp de las revistas de la época. Una especie de porno blando destinado a aliviar los ímpetus varoniles tan reprimidos, se supone, con un sexo claro pero no explícito, evidente pero no concreto del todo.
Superficial visión de una vida a partir de unas declaraciones suyas al final de sus días. Somero repaso, sin alma ni brillo. Lo más que vemos son sus innumerables fotos posando con poca ropa, o nada, y mucho desparpajo. El resto, su atribulada vida, pasa como un relámpago.
Nacida en una familia pobre, para variar, en 1923, con padre abusador y madre superada y poco cariñosa, desde pequeña quiso ser artista, farandulera mayor. Cosa que logró debido a sus carnes prietas, su poca vergüenza y la clara falta de tapujos o hipocresía. Desenvuelta, lanzada y aventurera.
Años de revista y desnudos en los que parece que fue feliz. Hasta que atacó el puritanismo recurrente norteamericano, también nuestro, y la acusaron, a su "arte" insinuante, de peligrosamente pornográfico, quizás agarrándose a la deriva sadomaso de sus últimos posados o pequeñas películas (breves cortos mudos y maliciosos).
El contexto es el submundo pulp de las revistas de la época. Una especie de porno blando destinado a aliviar los ímpetus varoniles tan reprimidos, se supone, con un sexo claro pero no explícito, evidente pero no concreto del todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Ella acabaría dejándolo porque se iba haciendo mayor y por los prejuicios acusatorios e interesados (buscaban réditos electorales), oh, qué grata sorpresa, de ciertos políticos puñeteros (por ahí andaba, en plena mitad del siglo, el ominoso senador McCarthy haciendo de las suyas).
Se casó varias veces con resultados previsiblemente lamentables. No pudo tener hijos y sufrió un tenebroso periplo, ya cincuentona, por hospitales psiquiátricos (además, al parecer, de tener varias delirantes iluminaciones religiosas y deseos furiosos de convertirse en misionera y santa; del sexo libre y generoso a la castidad férrea en un quítame allá esas pajas, hay un solo y cercano paso, suele pasar, los extremos que se tocan y Dios que las prefiere muy arrepentidas). Diagnosticada como esquizofrénica paranoide, estuvo a punto de matar a cuchillazos a su casera.
Pasó buena parte de su vida adulta, la segunda mitad, retirada del mundanal ruido. Solo en los ochenta se rescata su legado, se recuperan sus olvidadas fotos y, gracias a ello, tiene algún ingreso económico con el que pasa buenamente la vejez. Murió a los ochenta y cinco, en 2008. Y todavía es recordada. Su estilo sigue siendo imitado.
El documental es poca cosa. La difícil vida de una mujer que se tambalea entre la gloria (marginal) y el arrabal (real), entre cierto estrellato y la pura locura. Una historia interesante que merecería mayor atención y profundidad. Otra vez será.
Se casó varias veces con resultados previsiblemente lamentables. No pudo tener hijos y sufrió un tenebroso periplo, ya cincuentona, por hospitales psiquiátricos (además, al parecer, de tener varias delirantes iluminaciones religiosas y deseos furiosos de convertirse en misionera y santa; del sexo libre y generoso a la castidad férrea en un quítame allá esas pajas, hay un solo y cercano paso, suele pasar, los extremos que se tocan y Dios que las prefiere muy arrepentidas). Diagnosticada como esquizofrénica paranoide, estuvo a punto de matar a cuchillazos a su casera.
Pasó buena parte de su vida adulta, la segunda mitad, retirada del mundanal ruido. Solo en los ochenta se rescata su legado, se recuperan sus olvidadas fotos y, gracias a ello, tiene algún ingreso económico con el que pasa buenamente la vejez. Murió a los ochenta y cinco, en 2008. Y todavía es recordada. Su estilo sigue siendo imitado.
El documental es poca cosa. La difícil vida de una mujer que se tambalea entre la gloria (marginal) y el arrabal (real), entre cierto estrellato y la pura locura. Una historia interesante que merecería mayor atención y profundidad. Otra vez será.