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Voto de Ferdydurke:
7
7,2
2 480
Cine negro. Drama. Intriga
Cuando descubre el cuerpo sin vida del amante de su hija, Lucia Harper decide esconderlo porque sospecha que la autora del crimen es su propia hija. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por amor al arte. Berlín al habla.
Prodigiosa narrativamente, alucinante cómo está filmada (travellings, planos, sí, secuencia, qué grande, mediante), estilista primero, pero en su contenido, tan especialmente en su última parte, flaquea o falla lo más grande, a la carrera metido el (desatado contenido) romanticismo embutido a la fuerza ahorcan.
Ella está maravillosa (casi, que para mí, irreconocible, La señora Miniver, la recordaba más como femme fatale, no tanto, ni mucho menos, como madre coraje) y él no tanto pero igual, y la historia es deslumbrante cómo está engarzada y desarrollada, un día cometes un pequeño (gigantesco) error, das un mal paso (una mariposa agita las alas a la vuelta de la esquina y el Armagedón o Apocalipsis ahora en la puerta de tu casa) o lo cometen por (los que dependen de) ti, y todo se viene abajo, la burguesía, esa clase media con ínfulas pero de dinero tan justa, y el lumpemproletariado se dan la mano, encantados de habernos cruzado conocido, se parten la (a) cara (de perro).
Es la historia/epopeya, doméstica, anodina, cantar de gesta (Las horas, La señora Dalloway) de una heroína de nuestro/su tiempo, en sordina, de andar por casa, pero sofisticada, fuma, abriga, y no es abuela, que, a falta de hombre/marido, coge/toma los pantalones, se hace cargo de la carga de la casa, tomada, se convierte en superwoman, tiene un problema, de alto copete, de padre y muy señor mío, de manda madre, de tres pares de cojones, el hecho en sí (y para sí), y el de no poder compartirlo con nadie, tragarse la lengua, gata, La mujer pantera, miau, doble pena o dificultad, jodienda.
El ritmo enloquecedor y fastuoso, majestuoso, tanto en la forma como en el fondo, machacón, metrónomo, a galope, tendido, a degüello, a rebato, toque, y el argumento que corre que se las pela para seguir el (infernal) trote y al final estalla (un poco todo por los aires) y se descabalgan o desequilibran los distintos elementos, no acaba de casar la idea con la trama, pero bueno, la pieza es fascinante, el ejercicio es poderoso y el cine queda a salvo, en todo lo alto, estandarte, bandera, blasón, estirpe, solera, raigambre.
Prodigiosa narrativamente, alucinante cómo está filmada (travellings, planos, sí, secuencia, qué grande, mediante), estilista primero, pero en su contenido, tan especialmente en su última parte, flaquea o falla lo más grande, a la carrera metido el (desatado contenido) romanticismo embutido a la fuerza ahorcan.
Ella está maravillosa (casi, que para mí, irreconocible, La señora Miniver, la recordaba más como femme fatale, no tanto, ni mucho menos, como madre coraje) y él no tanto pero igual, y la historia es deslumbrante cómo está engarzada y desarrollada, un día cometes un pequeño (gigantesco) error, das un mal paso (una mariposa agita las alas a la vuelta de la esquina y el Armagedón o Apocalipsis ahora en la puerta de tu casa) o lo cometen por (los que dependen de) ti, y todo se viene abajo, la burguesía, esa clase media con ínfulas pero de dinero tan justa, y el lumpemproletariado se dan la mano, encantados de habernos cruzado conocido, se parten la (a) cara (de perro).
Es la historia/epopeya, doméstica, anodina, cantar de gesta (Las horas, La señora Dalloway) de una heroína de nuestro/su tiempo, en sordina, de andar por casa, pero sofisticada, fuma, abriga, y no es abuela, que, a falta de hombre/marido, coge/toma los pantalones, se hace cargo de la carga de la casa, tomada, se convierte en superwoman, tiene un problema, de alto copete, de padre y muy señor mío, de manda madre, de tres pares de cojones, el hecho en sí (y para sí), y el de no poder compartirlo con nadie, tragarse la lengua, gata, La mujer pantera, miau, doble pena o dificultad, jodienda.
El ritmo enloquecedor y fastuoso, majestuoso, tanto en la forma como en el fondo, machacón, metrónomo, a galope, tendido, a degüello, a rebato, toque, y el argumento que corre que se las pela para seguir el (infernal) trote y al final estalla (un poco todo por los aires) y se descabalgan o desequilibran los distintos elementos, no acaba de casar la idea con la trama, pero bueno, la pieza es fascinante, el ejercicio es poderoso y el cine queda a salvo, en todo lo alto, estandarte, bandera, blasón, estirpe, solera, raigambre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Vamos a ver, el cambio de paso, giro de guion melodramático, de él, como ya (con razón por ahí) se ha dicho, que condiciona toda la segunda parte, está cogido por los pelos como poco, no es muy creíble ni está nada desarrollado o explicado justificado que pase de vil chantajista a enamorado sin control, medida ni remedio así tan rápido sin apenas comerlo ni beberlo, eso es muy deus ex machina, muy recurso/atajo de cine clásico norteamericano, un tanto infame y bastante apresurado, lo mismo que el final puesto por el ayuntamiento o el sursum corda o un chapuzas cualquiera, me muero, yo confieso, me redimo, pago (todos) mis pecados pasados nefandos y su familia se va de rositas, limpia de polvo y paja, inmaculada, todo perfecto, el mismo cielo, suena el teléfono, yo soy tu lobo o marido, aquí paz y después gloria, yo te quiero, imposible amor, vale... bueno...
La lista de la compra.
Es una película trucada/amañada pero contada con (una) grandeza que asalta, avasalla, ausculta, extasía, extraña, y enamora, arrebata y calma, goza.
Los crímenes de los de arriba, El gran Gatsby, Expiación, Relatos salvajes, siempre los acaban pagando los de abajo, implacable ley de la selva y de la vida.
Nunca te fíes de un marchante, dios nos libre, a la altura moral de un médico, un psicólogo, un político o un periodista, qué miedo.
En una película más libre, él no habría muerto, y ella se hubiera fugado con él y a tomar por culo las bicicletas, la familia y la madre que los parió a todos, venga, verga.
Está llena de grandes y hermosos detalles de todo tipo, cotidianos y observantes sobre todo, pero me quedo con todo lo relacionado con el hecho de que ella ande con él como si fueran infieles, amantes, mientras todos los demás miran y lo sienten y no dicen ni hacen nada, pero (esa evidente sospecha, amenaza, maledicencia) está tan presente, bravo. O cuando la vemos con la prestamista, enorme, o cuando mira/rebusca en los gastos de la casa, gigante, es menos brillante, en cambio, en la composición de los personajes secundarios familiares más bien arquetípicos y superficiales, muy básicos. La criada negra ahí anda, tiene algo más de sustancia o peso, la sombra, el ángel de la guarda, ambigua, ayuda, pero también incordia con su constante ambivalente presencia.
La ausencia paterna crea monstruos, de hecho, todo parte o sucede o se tuerce, como ella dice, por no haberle hecho caso, por no haberla mandado a la universidad, a la lerda, más tonta y no nace (su relación/disolución/descojonación con el abyecto hombre ese mamarracho mequetrefe también es muy pobre, necesitaría de mayor andamiaje), niña, en lugar de dejarle el capricho juguete del arte.
También es freudiana, en los arrabales, catacumbas, inconsciente, de la civilización/mente, se encuentra la verdadera pasión/deseo reprimido tan duramente, ese sería en verdad su real dolor de cabeza y no todo lo otro, trampantojo, que es un prisionera en busca de libertad y que no se atreve, que quiere quitarse las cadenas, pero ni puede ni sabe cómo ni modo, tiene miedo, está atrapada por la trampa del deber y la ternura, por la bondad mal entendida, por eso el otro se enamora, porque lo ve, lo siente, que ella lo está deseando, que se muere por escapar, que lo está gritando en/por cada poro de su alma y de su cuerpo, llévame (contigo), por dios o lo que más quieras, El cartero siempre llama dos veces, el granuja y la (mal) casada, por huir, por vivir, por follar, etcétera.
La lista de la compra.
Es una película trucada/amañada pero contada con (una) grandeza que asalta, avasalla, ausculta, extasía, extraña, y enamora, arrebata y calma, goza.
Los crímenes de los de arriba, El gran Gatsby, Expiación, Relatos salvajes, siempre los acaban pagando los de abajo, implacable ley de la selva y de la vida.
Nunca te fíes de un marchante, dios nos libre, a la altura moral de un médico, un psicólogo, un político o un periodista, qué miedo.
En una película más libre, él no habría muerto, y ella se hubiera fugado con él y a tomar por culo las bicicletas, la familia y la madre que los parió a todos, venga, verga.
Está llena de grandes y hermosos detalles de todo tipo, cotidianos y observantes sobre todo, pero me quedo con todo lo relacionado con el hecho de que ella ande con él como si fueran infieles, amantes, mientras todos los demás miran y lo sienten y no dicen ni hacen nada, pero (esa evidente sospecha, amenaza, maledicencia) está tan presente, bravo. O cuando la vemos con la prestamista, enorme, o cuando mira/rebusca en los gastos de la casa, gigante, es menos brillante, en cambio, en la composición de los personajes secundarios familiares más bien arquetípicos y superficiales, muy básicos. La criada negra ahí anda, tiene algo más de sustancia o peso, la sombra, el ángel de la guarda, ambigua, ayuda, pero también incordia con su constante ambivalente presencia.
La ausencia paterna crea monstruos, de hecho, todo parte o sucede o se tuerce, como ella dice, por no haberle hecho caso, por no haberla mandado a la universidad, a la lerda, más tonta y no nace (su relación/disolución/descojonación con el abyecto hombre ese mamarracho mequetrefe también es muy pobre, necesitaría de mayor andamiaje), niña, en lugar de dejarle el capricho juguete del arte.
También es freudiana, en los arrabales, catacumbas, inconsciente, de la civilización/mente, se encuentra la verdadera pasión/deseo reprimido tan duramente, ese sería en verdad su real dolor de cabeza y no todo lo otro, trampantojo, que es un prisionera en busca de libertad y que no se atreve, que quiere quitarse las cadenas, pero ni puede ni sabe cómo ni modo, tiene miedo, está atrapada por la trampa del deber y la ternura, por la bondad mal entendida, por eso el otro se enamora, porque lo ve, lo siente, que ella lo está deseando, que se muere por escapar, que lo está gritando en/por cada poro de su alma y de su cuerpo, llévame (contigo), por dios o lo que más quieras, El cartero siempre llama dos veces, el granuja y la (mal) casada, por huir, por vivir, por follar, etcétera.