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Voto de Ferdydurke:
4
8,4
35 997
Drama
La joven Eva (Anne Baxter), que aspira a convertirse en actriz y triunfar en los escenarios, se las ingenia para introducirse en un grupo de actores de teatro y hacerse amiga y confidente de la famosa y veterana actriz Margo Channing (Bette Davis), gran dama de la escena neoyorquina. El deseo de actuar y los celos la consumen hasta el punto de comenzar a traicionar a sus compañeros en su escalada hacia el éxito. Ella halaga, atrae, ... [+]
14 de junio de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De paso. El techo.
Tanta palabrería (mi reino por un verbo o mejor silencio) bonita y afán de inteligencia (que te le echan a la cara a cada rato puto segundo) para al final, y al principio, sostener el edificio y empaquetar cada gesto en/con una estructura dramática de guardería, que sonroja por su puerilidad, brocha gorda, estrépito, efectismo, folletín, falta de sutileza, reduccionismo, como si solo hubiera cuatro cinco personas en toda la norteamericana teatral escena con sus cuitas y melindres abundantes, molestan, Sensación de vivir, y tan poca verosimilitud.
Tantas metáforas, circunloquios, juegos de palabras, alusiones y cultura e ingenio, esa verborrea que aplana al más pintado y que contrasta viva/mortecinamente, o no, según se vea, con la argamasa argumental saturada, ridícula, grotesca, infantil, esas ínfulas, melodramática de la peor manera, casposa e infatuada.
Ese cine clásico que trata al espectador como a un bebé tarado, lo desprecia, lo considera muy poca cosa, al que hay que explicarle, señalarle el camino de amarillas baldosas con de neón luces y muchos altavoces, de la a a la z, cada recodo o meandro del meollo para que no se pierda el pobre y dejarle claro en todo momento cómo va el partido, la bondad y maldad de cada uno, las dudas, pesares, dimes y diretes, erre que erre, vía crucis, que bastante tiene con llegar al final del día el desgraciado elemento.
Cartón piedra. Pura apariencia (de nada). Se nos caen los palos del sombrajo con tanta estridencia y tontería, ávidas pretensiones, desafuero, majadería.
Sí, vale, el mundo de los actores, de las estrellas, del teatro, es una casa de putas, manicomio, oligofrenia, intriga, patio de malas vecinas, como plaga de langosta, cinismo, arribismo, hipocresía, mentira, histerismo, megalomanía, vicio. Me sacas de una duda. Me alumbras. Dame (la niña de) fuego. Otro whisky por favor o Martini seco que es más chic y sofisticado.
En fin...
Tanta palabrería (mi reino por un verbo o mejor silencio) bonita y afán de inteligencia (que te le echan a la cara a cada rato puto segundo) para al final, y al principio, sostener el edificio y empaquetar cada gesto en/con una estructura dramática de guardería, que sonroja por su puerilidad, brocha gorda, estrépito, efectismo, folletín, falta de sutileza, reduccionismo, como si solo hubiera cuatro cinco personas en toda la norteamericana teatral escena con sus cuitas y melindres abundantes, molestan, Sensación de vivir, y tan poca verosimilitud.
Tantas metáforas, circunloquios, juegos de palabras, alusiones y cultura e ingenio, esa verborrea que aplana al más pintado y que contrasta viva/mortecinamente, o no, según se vea, con la argamasa argumental saturada, ridícula, grotesca, infantil, esas ínfulas, melodramática de la peor manera, casposa e infatuada.
Ese cine clásico que trata al espectador como a un bebé tarado, lo desprecia, lo considera muy poca cosa, al que hay que explicarle, señalarle el camino de amarillas baldosas con de neón luces y muchos altavoces, de la a a la z, cada recodo o meandro del meollo para que no se pierda el pobre y dejarle claro en todo momento cómo va el partido, la bondad y maldad de cada uno, las dudas, pesares, dimes y diretes, erre que erre, vía crucis, que bastante tiene con llegar al final del día el desgraciado elemento.
Cartón piedra. Pura apariencia (de nada). Se nos caen los palos del sombrajo con tanta estridencia y tontería, ávidas pretensiones, desafuero, majadería.
Sí, vale, el mundo de los actores, de las estrellas, del teatro, es una casa de putas, manicomio, oligofrenia, intriga, patio de malas vecinas, como plaga de langosta, cinismo, arribismo, hipocresía, mentira, histerismo, megalomanía, vicio. Me sacas de una duda. Me alumbras. Dame (la niña de) fuego. Otro whisky por favor o Martini seco que es más chic y sofisticado.
En fin...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No sé, lo de la Karen esa con la gasolina fue la risa, por poner solo, cutre deus ex machina, no hay quien se lo crea, forzado sería decir poco, y así todo el rato, este guionista es un manazas, no deja respirar al espectador, ahoga su historia con tanto tonto control, un ejemplo horrendo. O ese epílogo psicopático como de El coleccionista y su pasado a lo Un tranvía llamado deseo, Visconti tal vez por medio. O que nadie se diera cuenta de lo arpía que era ella, (no tan) mosquita muerta, nada menos.
Aunque seamos más buenos y generosos y pensemos que en realidad ella no engañó a nadie, ellos fingieron que la creyeron y se aprovecharon de ella todo lo que pudieron, la utilizaron, la explotaron, ancha es castilla, hasta que ella se hartó/rebeló y adiós muy buenas. Lo uno por lo otro. Todos grises. Bueno.
¿Gana? la que finge o actúa fuera y dentro de escena, ¿pierde? la que solo interpreta cuando trabaja.
El crítico malo vence, claro, la atrapa con su tela de araña, discierne, la quiere, visión romántica ferolítica diabólica imposible de una profesión que actualmente, en el mejor de los casos, no es más que la de un humilde comercial a toque de pito, lo que usted mande, dicte.
Una mujer necesita un hombre por mucho que triunfe fuera de casa, sea una luminaria, machirulo mío.
¿Y Thelma Ritter? ¿Qué fue nadie se acuerda de ella? ¿La abandonaron a su suerte, la echaron a los tiburones, los cabrones, se jubiló de cuerpo presente?
El doblaje sí que se merece un premio, un tío Toni, un Grammy, un garci, un óscar.
Los actores masculinos son malos sin remedio o sin ningún encanto, clones, y Karen pasa de odiar a Eva a perdonarla en un segundo, así es ella, la cosa.
Lo mejor de la película es el rato de Marilyn Copacabana, el mito se hizo carne o de cómo una actriz en un suspiro se abre camino, consigue, se ofrenda, avanza, perpetra, zapa, como Eva.
Viva Almodóvar.
Aunque seamos más buenos y generosos y pensemos que en realidad ella no engañó a nadie, ellos fingieron que la creyeron y se aprovecharon de ella todo lo que pudieron, la utilizaron, la explotaron, ancha es castilla, hasta que ella se hartó/rebeló y adiós muy buenas. Lo uno por lo otro. Todos grises. Bueno.
¿Gana? la que finge o actúa fuera y dentro de escena, ¿pierde? la que solo interpreta cuando trabaja.
El crítico malo vence, claro, la atrapa con su tela de araña, discierne, la quiere, visión romántica ferolítica diabólica imposible de una profesión que actualmente, en el mejor de los casos, no es más que la de un humilde comercial a toque de pito, lo que usted mande, dicte.
Una mujer necesita un hombre por mucho que triunfe fuera de casa, sea una luminaria, machirulo mío.
¿Y Thelma Ritter? ¿Qué fue nadie se acuerda de ella? ¿La abandonaron a su suerte, la echaron a los tiburones, los cabrones, se jubiló de cuerpo presente?
El doblaje sí que se merece un premio, un tío Toni, un Grammy, un garci, un óscar.
Los actores masculinos son malos sin remedio o sin ningún encanto, clones, y Karen pasa de odiar a Eva a perdonarla en un segundo, así es ella, la cosa.
Lo mejor de la película es el rato de Marilyn Copacabana, el mito se hizo carne o de cómo una actriz en un suspiro se abre camino, consigue, se ofrenda, avanza, perpetra, zapa, como Eva.
Viva Almodóvar.