- Cuando comentan que ese asesinato será contado recreado representado durante siglos, en todos los lugares y lenguas.
- Cuando Marco Antonio manipula a las masas a su antojo, qué raro, ya no pasa (de) eso.
Sencilla, sobria, correcta. No hay mucho que alabar, tampoco que criticar. Son buenos actores y están bien en general, me carga Richard Johnson como Casio. Respeta la original obra y el resultado es equilibrado, esmerado, sereno, un poco pobre, por otro lado, discreto, sin grandes alardes ni alharacas, pero tampoco se le ve demasiado el cartón o el plumero, solo lo justo y necesario.
La ambigüedad reina, es una obra seria por lo tanto, no pueril maniquea tan habitual en nuestra dieta, nunca queda claro quiénes son los realmente buenos o los malos, quién tiene la verdad o lo contrario, todos tienen sus razones, sus miedos, deseos y envidias tormentos, hasta ha lugar o tienen recorrido los augures, las supersticiones, los sueños y pesadillas, las premoniciones, la confusión entre la vigilia y la tiniebla, lo material y lo espiritual, la luz y el averno, las buenas y las peores mejores intenciones. Se trata sobre todo de obrar en consecuencia (de lo que se cree o desea, no quedarse a medias) y aceptar lo que surja o venga con la mejor cara, arrostrar la misera poniendo el pecho, ofreciéndose en holocausto, haciéndote (de verdad, con hechos, no con verbo) responsable de tus actos.
Quizás lo peor sea ese casi inevitable envaramiento teatral que anquilosa y exagera ciertas situaciones, ese engolamiento, especialmente por ejemplo la riña entre Casio y Bruto muy al final casi más propia de dos despechados amantes en la más oscura noche que de dos soldados de tan alto rango en plena bélica faena, esa contienda, tal vez en este caso no haya tanta o ninguna diferencia.
El texto shakespeareano brilla como de costumbre, aunque quizás no sea la obra más destacada en ese aspecto, en la que las metáforas o las imágenes sean las mas deslumbrantes.
Vale. De acuerdo.