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Voto de Ferdydurke:
8
6,8
9 172
Drama
Cyril, un niño de once años, se escapa del hogar de acogida, donde su padre lo dejó después de prometerle que volvería a buscarlo. Lo que Cyril se propone es encontrarlo. Después de llamar en vano a la puerta del apartamento donde vivían, para eludir la persecución del personal del hospicio, se refugia en un gabinete médico y se echa en brazos de una joven sentada en la sala de espera. Así es como, por pura casualidad, conoce a ... [+]
20 de octubre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El milagro de los panes y los peces. Coge un melodramón con infante abandonado y échate a temblar, úntale además con abundantes dosis de cine social que te harán correr hasta que la luna se funda en goterones de dolor y ya o si estás jotero y jaranero, llénalo de sucedidos a la carrera bicicleta que no hay manera de echarles un ojo de tan abundantes y revuelve tripas que son los muy cabrones. Y si encima te pones la cámara al hombro y quieres darle un aire como de documental noticiero, pues nada, pon a Beethoven a trocitos y lo tienes, te apellidas Dardenne y vienes por duplicado, correo certificado.
Emociona, duele, irrita, atosiga, sorprende, arremete, revuelve, ilumina, daña, purga... Alucinante demostración en apenas ochenta minutos de cine despojado y estilizado.
Como un metrónomo, carrera de diez mi metros lisos a menos de tres minutos el kilómetro, pam pam pam pam, vamos, implacable, siempre en movimiento, el pensamiento es acción, sin explicaciones, tiempos muertos o trucos, a lo bruto, ese es el truco.
Comienza sin presentaciones ni bagatelas, el niño, la bici y el ansia. Hay un flechazo (es una historia de amor virginal, puro, entre una mujer buena, encarnación del bien, ideal maternal y generoso, y un niño furioso, que no acepta su situación y busca desesperadamente a un padre que no le quiere) y hay una asunción, un proceso, de la vida tal cómo es, sin filtros, a la brava. El aprendizaje de la decepción y el cariño por parte del niño.
Montaña rusa, carrusel, bacanal de sensaciones, ideas y sentimientos. Sin sermones, moralejas o cursiladas.
Está tan bien tan bien que te lo crees todo, hasta lo que no deberías o no hay maldita sea la manera. Y eso es lo que tiene el amor, y la bondad también.
Emociona, duele, irrita, atosiga, sorprende, arremete, revuelve, ilumina, daña, purga... Alucinante demostración en apenas ochenta minutos de cine despojado y estilizado.
Como un metrónomo, carrera de diez mi metros lisos a menos de tres minutos el kilómetro, pam pam pam pam, vamos, implacable, siempre en movimiento, el pensamiento es acción, sin explicaciones, tiempos muertos o trucos, a lo bruto, ese es el truco.
Comienza sin presentaciones ni bagatelas, el niño, la bici y el ansia. Hay un flechazo (es una historia de amor virginal, puro, entre una mujer buena, encarnación del bien, ideal maternal y generoso, y un niño furioso, que no acepta su situación y busca desesperadamente a un padre que no le quiere) y hay una asunción, un proceso, de la vida tal cómo es, sin filtros, a la brava. El aprendizaje de la decepción y el cariño por parte del niño.
Montaña rusa, carrusel, bacanal de sensaciones, ideas y sentimientos. Sin sermones, moralejas o cursiladas.
Está tan bien tan bien que te lo crees todo, hasta lo que no deberías o no hay maldita sea la manera. Y eso es lo que tiene el amor, y la bondad también.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por ejemplo:
- Cómo les mira la jefa-amante-compañera del padre del niño cuando les abre la puerta y ellos preguntan. Calcula el peligro y comprende. Exacto.
- Cómo el niño excusa al padre. Sí.
- Ese patético-siniestro, entre la pena, la desvergüenza y el ridículo, personaje traficante. ¿Qué buscaba en el niño? Dinero (en otras pelis más malas ya sabemos en que andaría o más desearía semejante energúmeno... ).
- Cuando ella llora después de la agresión. Sutileza.
- Cuando ella obliga al padre a decir la verdad (así es).
- Cómo reacciona el chaval al final. Acepta el dolor, se levanta y se va. Qué final. Estoico, asume, paga y sigue. Ya ha aprendido. La vida le ha devuelto el golpe, le ha castigado por su frivolidad violenta, por su ignorancia y desafuero, y él así lo ha entendido, por eso ni se queja ni se detiene, sabe que lo importante es volver con ella, ha aprendido a distinguir, a valorar, a apreciar, a fuerza de tristezas y desilusiones, contra su terca voluntad, pero lo ha conseguido. Esta escena sirve de refuerzo significativo y contrapeso eficaz de la anterior, la quizás demasiado idílica, la excesivamente bucólica y perfecta de la merendola. Pone las cosas en su sitio. Volverá magullado, dolorido, tocado pero vivo, más sabio y sentido.
- Beethoven. Descanso, exaltación y corte. Conmueve.
Lo menos bueno:
- Ese novio: "O yo o él". Precipitada e inverosímil solución.
- Quizás ella es demasiado perfecta, casi levita de santidad. Pero es una fuerza idea; es la esperanza, el sacrificio y el bien cuando esos conceptos dejan de ser meras palabras y se manchan con la desagradable e imprecisa realidad.
- ... Ya. Nada más.
Te trata como a un trapo, te lleva y te trae, te zarandea y hiere, te mata y resucita, te desprecia y odia, te hace ver, creer y, finalmente, cuando ya no te lo esperas, te quiere, de aquella manera, la más verdadera, la del buen cine, del que no se hace.
- Cómo les mira la jefa-amante-compañera del padre del niño cuando les abre la puerta y ellos preguntan. Calcula el peligro y comprende. Exacto.
- Cómo el niño excusa al padre. Sí.
- Ese patético-siniestro, entre la pena, la desvergüenza y el ridículo, personaje traficante. ¿Qué buscaba en el niño? Dinero (en otras pelis más malas ya sabemos en que andaría o más desearía semejante energúmeno... ).
- Cuando ella llora después de la agresión. Sutileza.
- Cuando ella obliga al padre a decir la verdad (así es).
- Cómo reacciona el chaval al final. Acepta el dolor, se levanta y se va. Qué final. Estoico, asume, paga y sigue. Ya ha aprendido. La vida le ha devuelto el golpe, le ha castigado por su frivolidad violenta, por su ignorancia y desafuero, y él así lo ha entendido, por eso ni se queja ni se detiene, sabe que lo importante es volver con ella, ha aprendido a distinguir, a valorar, a apreciar, a fuerza de tristezas y desilusiones, contra su terca voluntad, pero lo ha conseguido. Esta escena sirve de refuerzo significativo y contrapeso eficaz de la anterior, la quizás demasiado idílica, la excesivamente bucólica y perfecta de la merendola. Pone las cosas en su sitio. Volverá magullado, dolorido, tocado pero vivo, más sabio y sentido.
- Beethoven. Descanso, exaltación y corte. Conmueve.
Lo menos bueno:
- Ese novio: "O yo o él". Precipitada e inverosímil solución.
- Quizás ella es demasiado perfecta, casi levita de santidad. Pero es una fuerza idea; es la esperanza, el sacrificio y el bien cuando esos conceptos dejan de ser meras palabras y se manchan con la desagradable e imprecisa realidad.
- ... Ya. Nada más.
Te trata como a un trapo, te lleva y te trae, te zarandea y hiere, te mata y resucita, te desprecia y odia, te hace ver, creer y, finalmente, cuando ya no te lo esperas, te quiere, de aquella manera, la más verdadera, la del buen cine, del que no se hace.