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Voto de Ferdydurke:
6
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6,8
25 799
Comedia. Romance
Invierno de 1931. Fernando decide desertar del ejército y se refugia en una casa de campo, donde es bien acogido por Manolo, un pintor excéntrico que vive retirado debido a sus ideas políticas. El chico mantiene sucesivamente relaciones con las cuatro hijas de su protector (Rocío, Violeta, Clara y Luz), sin saber muy bien de cuál de ellas está enamorado. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Falla. Arrebato. Mucha berza. Mi querida señorita. El viento. El río. América, América.
Evidente revisión del clásico estupendo macabro de Siegel y Clint Eastwood, El seductor, Mambrú se fue a la guerra, en el que las mujeres, para variar y mejorando lo presente, manejan a su antojo a los hombres y en la que a diferencia de la tan alta norteamericana referencia eso no tiene por qué ser necesariamente malo, sino todo lo contrario, hasta algo parecido a bueno o llevadero, azuloscurocasinegro, hay que adaptarse, no queda otro remedio ante un poder omnímodo ante el que si te rebelaras para nada podría ser todavía mucho más cruel y tiránico incluso si cabe contigo, pobre diablo, apenas desgraciado, mejor dejarse llevar y disfrutar de las posibles ventajas, si las hubiera, no hacerte mala sangre, viva la esclava jodienda, lo que usted mande, a toque de pito y de corneta, señora o señorita, para servirle, oír y obedecer, a mandar ama mía, o casi como en la tierra el paraíso, poco más o menos, plena alegría traspasada y transida de melancolía, en verdad os digo que un jolgorio cómico y ridículo, un esperpento gloriosamente liviano, descalzaperros llano, como supongo, barrunto o intuyo malamente que deber ser parecido todo el jodido resto.
Fámulo, sátiro, fauno, príapo, Rocco, émulo, monaguillo de gustos cocineros (los hombres a sus labores, las mujeres de pura parranda o con los pantalones, ellas son ellos y viceversa, el mundo al revés y no es anacronía o el cornudo es el amante y la moral es un juego de mesa y la comida está tan buena que se me sale por las orejas, pollo al chilindrón, alubias y torrijas mediante, sarandonga, nos vamos a comer, sarandonga y un arroz con bacalao, en la España previa, en vísperas, no se me hacen los dedos huéspedes, y ya republicana la vida era una pastoril arcadia, qué lástima que irrumpiera el mal de tan espantosa manera cuando menos hacía falta y nuestra patria era una perpetua fiesta, el ideal de, por ejemplo, aquel Moro tan bueno plasmado con todo lujo de detalles sobre la piel de toro, toda la nuestra tierra de esperanza y paz llena, nostalgia, llanto por un tiempo próspero y luminoso como el más mañanero sexo, preñada de ilusiones como golondrinas agoreras, el canto del cisne antes de la más negra noche, de la recia tormenta) y desertor, Jaca, Galán y García Hernández, los benditos, iglesia, matrimonio y ejército, ese trío del demonio, yo, tan viejo y tan sabio, me cago en todos ellos, lee, lee, ese, el eclesiastés que tanto me entusiasma y pone, ese, lee, lee, ahí, dale, dale, no pares, sigue, el trabajo del hombre, grrrrr, grrrrr, grrrrr.
Evidente revisión del clásico estupendo macabro de Siegel y Clint Eastwood, El seductor, Mambrú se fue a la guerra, en el que las mujeres, para variar y mejorando lo presente, manejan a su antojo a los hombres y en la que a diferencia de la tan alta norteamericana referencia eso no tiene por qué ser necesariamente malo, sino todo lo contrario, hasta algo parecido a bueno o llevadero, azuloscurocasinegro, hay que adaptarse, no queda otro remedio ante un poder omnímodo ante el que si te rebelaras para nada podría ser todavía mucho más cruel y tiránico incluso si cabe contigo, pobre diablo, apenas desgraciado, mejor dejarse llevar y disfrutar de las posibles ventajas, si las hubiera, no hacerte mala sangre, viva la esclava jodienda, lo que usted mande, a toque de pito y de corneta, señora o señorita, para servirle, oír y obedecer, a mandar ama mía, o casi como en la tierra el paraíso, poco más o menos, plena alegría traspasada y transida de melancolía, en verdad os digo que un jolgorio cómico y ridículo, un esperpento gloriosamente liviano, descalzaperros llano, como supongo, barrunto o intuyo malamente que deber ser parecido todo el jodido resto.
Fámulo, sátiro, fauno, príapo, Rocco, émulo, monaguillo de gustos cocineros (los hombres a sus labores, las mujeres de pura parranda o con los pantalones, ellas son ellos y viceversa, el mundo al revés y no es anacronía o el cornudo es el amante y la moral es un juego de mesa y la comida está tan buena que se me sale por las orejas, pollo al chilindrón, alubias y torrijas mediante, sarandonga, nos vamos a comer, sarandonga y un arroz con bacalao, en la España previa, en vísperas, no se me hacen los dedos huéspedes, y ya republicana la vida era una pastoril arcadia, qué lástima que irrumpiera el mal de tan espantosa manera cuando menos hacía falta y nuestra patria era una perpetua fiesta, el ideal de, por ejemplo, aquel Moro tan bueno plasmado con todo lujo de detalles sobre la piel de toro, toda la nuestra tierra de esperanza y paz llena, nostalgia, llanto por un tiempo próspero y luminoso como el más mañanero sexo, preñada de ilusiones como golondrinas agoreras, el canto del cisne antes de la más negra noche, de la recia tormenta) y desertor, Jaca, Galán y García Hernández, los benditos, iglesia, matrimonio y ejército, ese trío del demonio, yo, tan viejo y tan sabio, me cago en todos ellos, lee, lee, ese, el eclesiastés que tanto me entusiasma y pone, ese, lee, lee, ahí, dale, dale, no pares, sigue, el trabajo del hombre, grrrrr, grrrrr, grrrrr.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Dos suicidios, principio y final luctuoso, casi coda y prólogo fieros, cuatro, más dos (el de la puta y el de los viejos también suman, nada humano me es ajeno, no se lo salta ni un gitano) polvos (es el meollo, el alma, el leitmotiv, la rima, el intríngulis, el mecanismo algo ortopédico y el motivo un poco ruidoso, la causa primera y última, de todo el cogollo como de vodevil estrepitoso o sainete ligero, la esencia, el ser, la casa de la palabra y de la pradera, el hogar al que volver, Ítaca y la Meca, Medea, edema, enema, tierra santa, la huella, por momentos temí que saltaran a la pantalla Pajares y Esteso, esa feliz pareja, asociación freudiana malsana de ideas, el lado de la vida más bestia, a ver dónde la mete en caliente ahora este mastuerzo, a quién le toca en suerte, este meapilas pazguato, tremendo elemento, tabula rasa, en blanco lienzo, inocente santo, de aquí para allá como polvo en el viento, una ramita de laurel, usar y tirar, como condón recién estrenado, nuevo, no, mejor a pelo y ya si eso veremos, arrieritos somos y por el camino nos encontraremos) y una boda sin casamiento ni aria ni nada, un solo beso y ya andando, como remate feliz y más triste que todas las cosas, que dejamos al pobre Gómez solo como la una y nos quitaron de repente al cura de en medio con lo que tanto tragaba, siempre genial González, las carnes que en canal se me abren.
Película inteligente, vitalista, amoral, luminosa, leve, simpática, floja, bonita, estúpida, un harto entretenimiento un poco agujereado por el puto paso del tiempo que alegra un poco la vida si no se le miran los tres pies o algunos dientes al cabrón gato.
Lo mejor: el primer e indispensable primer plano del bocadillo de tortilla, de museo del prado, quién lo pillara, mil veces superior ese posible placer que las tampoco por otra parte nada desdeñables, hasta hermosas, carnes de la Verdú rampante, es solo cuestión de prioridades, viva de una vez por todas érase una vez en américa, esa, ea.
Lo peor: la completamente innecesaria y absurdamente desagradable cara con lengua fuera del colgado, ya sabíamos que era él, el pesado de Unamuno nos lo dijo trágicamente, por qué, Trueba, me has abandonado, que tampoco somos tan lerdos, un burdo rumor, falsas apariencias, solo fingimos, hay que hacerse el muerto.
Todos guapos y guapísimas, la juventud, divino tesoro que siempre nos roban los hijos de puta años, esos ladrones de guante sucio, tampoco nos quejemos, no es para tanto, pasa todo el rato.
Y Chus Lampreave inmensa, viva cristo rey, a muerte, y Gabino pasado de vueltas como siempre, el eterno retorno del zangolotino grotesco, y Mari Carmen Ramírez canta zarzuela, musical de entreguerras, qué más queremos, y sobre todo Fernando, el otro, grande, padrone padre.
Penélope estaba muy graciosa. Para comérsela tan tierna.
Superficial.
Película inteligente, vitalista, amoral, luminosa, leve, simpática, floja, bonita, estúpida, un harto entretenimiento un poco agujereado por el puto paso del tiempo que alegra un poco la vida si no se le miran los tres pies o algunos dientes al cabrón gato.
Lo mejor: el primer e indispensable primer plano del bocadillo de tortilla, de museo del prado, quién lo pillara, mil veces superior ese posible placer que las tampoco por otra parte nada desdeñables, hasta hermosas, carnes de la Verdú rampante, es solo cuestión de prioridades, viva de una vez por todas érase una vez en américa, esa, ea.
Lo peor: la completamente innecesaria y absurdamente desagradable cara con lengua fuera del colgado, ya sabíamos que era él, el pesado de Unamuno nos lo dijo trágicamente, por qué, Trueba, me has abandonado, que tampoco somos tan lerdos, un burdo rumor, falsas apariencias, solo fingimos, hay que hacerse el muerto.
Todos guapos y guapísimas, la juventud, divino tesoro que siempre nos roban los hijos de puta años, esos ladrones de guante sucio, tampoco nos quejemos, no es para tanto, pasa todo el rato.
Y Chus Lampreave inmensa, viva cristo rey, a muerte, y Gabino pasado de vueltas como siempre, el eterno retorno del zangolotino grotesco, y Mari Carmen Ramírez canta zarzuela, musical de entreguerras, qué más queremos, y sobre todo Fernando, el otro, grande, padrone padre.
Penélope estaba muy graciosa. Para comérsela tan tierna.
Superficial.