La trágica historia de "Lagarto Negro" que plantea Fukasaku es negra de fondo y forma. Los característicos toques de estilo del cine del director son adaptados al romántico devenir de dos amantes idealizados.

Menos delirante que su anterior versión, la novela de Rampo Edogawa se convierte en un noir melodramático. Empodera aún más la figura de su Femme Fatal (ningún lagarto será tan carismático como Miwa) y apuesta por un romanticismo incorruptible.

Su discurso pierde contundencia en el aspecto político y gana en el terreno sentimental. Obtiene divagaciones depresivas del deber Vs. el querer. Sacrifica la pasión de una mente enajenada y reivindica segundas oportunidades de toxicidad libre.

El amor secuestrado del ídolo. Fachadas legendarias de sufrimiento bifocal.