Uno siempre ha tenido la certeza de que la carrera política, tiene poco de política (véase el significado en la RAE) y mucho de carrera. Hay que posicionarse bien, dar y aguantar codazos, sobreponerse a los tropiezos, saltar obstáculos, seguir a la "liebre" de turno, aguantar los tirones del adversario, o agazaparse al final del pelotón para atacar en el momento justo y sorprender en la recta final. No hay que olvidar que la principal medalla no sólo reconforta el ego y el esfuerzo sino que además es de oro y por mucho que se pertenezca a un equipo en lo más alto del cajón solo hay sitio para uno o una. El espectador se puede emocionar y jalear lo que quiera pero siempre seguirá siendo eso: espectador. Que espera y se desespera con la ilusión y la promesa de ver batir un récord que pocas veces llega.

Políticos/as honestos, como las meigas, haylos, pero temo no equivocarme si digo que los que consiguen colocarse en el pelotón de cabeza han tenido que mirar muchas veces para otro lado y acordarse de aquella canción que decía: "la copla que está en mi boca,a punto de ser del viento, que lejos de aquella copla que estaba en mi pensamiento".

De todo ello habla "Las promesas", título original. De un hombre y una mujer (magníficos Huppert y Kateb) que intentan redimirse a sí mismos recordando y luchando incluso contra ellos mismos por  aquello que estaba en su pensamiento. A ello añade Kruithof en su tramo final hechuras de thriller que ponen la guinda de emoción. Un buen trabajo.

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