Rozando el sacrilegio diré que "Belfast" me evoca al "Espíritu de la colmena" en tanto en cuanto ese niño, que interpreta de forma magistral Jude Hill, filtra la realidad amarga en blanco y negro que le rodea, cada vez que sus ojos extasiados contemplan esa "vida de repuesto", (Garci dixit), que le ofrece a todo color el cine.

Dicho esto, Billy Wilder me libre de comparar a Branagh con Erice.

La mirada autobiográfica, nostálgica y edulcorada de su niñez en Belfast homenajea a sus padres y abuelos y a un mundo perdido donde los niños jugábamos y por tanto aprendíamos la vida en las calles de nuestro barrio y todos nos conocíamos para bien o para mal, con un sentimiento de comunidad ya extinto.

Y como suele ser habitual los hombres y mujeres, parapetados tras el nombre de sus dioses vienen a joderlo todo y si se puede más vale largarse con la música a otra parte. Branagh no quiere hacer sangre, apuesta por el amor de la familia y por mirar al futuro retirándose de la batalla para algún día, quizás, ganar la guerra.

El diseño de producción sabe sacar partido al bajo presupuesto. Los actores y actrices son un lujo en sus roles. Estupenda fotografía al igual que la play list donde reina Van Morrison. A veces las películas, basta con que sean entrañables. Esta lo es.

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