Revisitación videojueguil y digitalizada del film homónimo de Desmond Davis de 1981. Antes de nada, cabe decir que haciendo buen caso de las múltiples quejas en esta página respecto al supuestamente cochambroso uso de las 3D, fui a ver la versión normal en 2D, que es la que voy a criticar.

Se trata simple y llanamente de un film simpático de entretenimiento, con espíritu de serie B total, pero con presupuesto holgado y traza espectacular. Louis Leterrier pretende hacer un remake con altas dosis de testosterona, a la vez que alejarse de su referente al no acometer una reinterpretación literal, modificando algunos elementos, eliminando otros e incorporando más o menos acertadamente ciertas novedades. Lo primero que llama la atención es esa tendencia oscurantista, esa apuesta por los tonos negros (¡hasta Pegaso!) y el aura trágica que envuelve al héroe Perseo (esforzado Sam Worthington), aquí un hombre hijo de Zeus (correcto Liam Nesson) que reniega de su estatus de semidiós y pretende vengar la muerte de su familia a manos de uno de ellos: Hades (desacertado Ralph Fiennes), acompañado por un grupo de guerreros, de entre los cuales destaca un espléndido Mads Mikkelsen (Le Chiffre en “Casino Royale”).

Se trata de una película irregular, que tarda bastante en arrancar, pero que una vez lo hace, se embarca en una sucesión de set pieces de acción resultonas: los escorpiones, las peleas con el sirviente de Hades, las brujas (primas del monstruo de “El laberinto del fauno”), los ataques de las arpías y el final con el Kraken. Lo malo es que también hay efectos un tanto mediocres, como la Medusa, que parece sacada de una Playstation 3, y que al resultar tan irreal envilece unas secuencias bastante bien filmadas, aparte de un demasiado episódico Pegaso y un Hades de juzgado de guardia; amén de un guión telegráfico en el que más que diálogos hay réplicas y contrarréplicas de frases sentenciosas tipo “Acepta tu destino”, “Alguien tendrá que decir basta” y bla, bla, bla. Lo mejor en mi opinión es su diseño de producción, la recreación de la época mitológica, con unos paisajes, fotografía y decorados impresionantes.

Con sus defectos, hay que decir que es una cinta plenamente disfrutable si uno la ve con las expectativas que corresponden a su naturaleza palomitera: es simplemente un desenfadado film de aventuras de la era digital, para pasar un rato y olvidarte de él al llegar a los títulos de crédito, y punto. Finalmente sólo me cabe decir que globalmente queda muy lejos de la entrañable “Furia de Titanes” original, cuya revisión recomiendo en sesión doble con “Jasón y los argonautas”, para reivindicar el legado de un mago artesano de la imaginación llamado Ray Harryhausen.