Tenía mis reparos a la hora de acercarme a "Mad men". Una serie sobre publicistas en el Nueva York de los sesenta. No me convencía mucho. Pero fue ponerme el primer episodio y se hizo la luz. La historia no tiene giros espectaculares o una trama super compleja. Nada de eso. Es la vida cotidiana de unos personajes que son oro puro. Weiner sigue la máxima de Chéjov de que lo importante no son los personajes al servicio de la narración, sino que son los propios personajes, con sus glorias y miserias, los que componen la historia. Cargados de matices, de detalles, de una complejidad riquísima, "Mad men" nos ha regalado a algunos de los mejores personajes de la ficción catódica, como el arrogante Pete Campbell, el cínico Roger Sterling, la cautivadora Betty,... Pero son la tenaz Peggy Olson y el carismático (y torturado) Don Draper quienes se alzan con el primer puesto en el podio. Ortega decía que el hombre es el hombre y sus circunstancias, pues los personajes de Peggy y Don y sus circunstancias son una de las cosas más maravillosas que le ha pasado a la televisión en años.