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Voto de Juan Marey:
9
Aventuras. Cine negro Revolución Francesa. Época del Terror (1793-1795). Robespierre prepara una lista negra con los nombres de sus enemigos para condenarlos a la guillotina. Un grupo de políticos moderados, encabezados por Barras, encarga a un hombre el robo del documento y promueve una revuelta contra el tirano. (FILMAFFINITY)
10 de diciembre de 2023
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Un Robespierre, interpretado por Richard Basehart, es el antagonista de “El reinado del terror”, un film en el que Anthony Mann no pretende la reconstrucción de un periodo negro en la Historia, prefiere o se decanta por una intriga en las sombras, en cuartos oscuros y en locales que no desentonarían en un film ambientado en el Chicago de la “prohibición”, salvo la persecución diurna, los decorados callejeros también apuntan hacia esa intención que agudiza la negrura que se respira durante esos días en los que Robespierre, que domina con su libro negro a la Asamblea, apunta a dictador de Francia. “El reinado del terror” toma la Historia y crea su propia historia para ofrecer un thriller intenso, en el que no importa demasiado caer en los tópicos del género: infiltrados, suplantación de identidad, sed de poder, luces y sombras, más de estas que de aquellas, persecuciones y claro, un romance, pero lo mejor del film es su estética noir y el uso que Mann hace de los decorados, de las sombras antes referidas, de los espejos y de las situaciones que ubica (en su mayor parte) en el París de 1794, una especie de bajos fondos donde los políticos no difieren demasiado de los gánsteres tratados en el cine negro.

El título original de “El reinado del terror” es “The black book” (El libro negro), el libro negro de Robespierre es aquel que contiene el listado de aquellos que él considera que deben ser eliminados por ser enemigos de la República, aunque más bien por ser obstáculos para que establezca su dictadura, lo que invita a que la película pueda ser contemplada como una corrosiva y punzante alegoría sobre la solapada atmósfera de “terror” y la convulsa situación que se vivía en la industria hollywoodiense en aquellos años, con la inclemente persecución de “La caza de brujas” realizada, o más bien ejecutada, por el Comité de actividades antinorteamericanas (HUAC), que tuvo como resultado que los que eran considerados como simpatizantes del ideario comunista fueron estigmatizados en una lista negra, un año después se acuñaría el término 'McCarthysmo', por la intensa cruzada en busca del comunista camuflado que promovería el senador Joseph McCarthy (aunque no hubiera participado en el citado comité, aunque sí inspirado), la correspondencia entre Robespierre y McCarthy es manifiesta: el propósito de McCarthy era establecer una dictadura del pensamiento, un cerco que restringiera la libre expresión, o cuando menos que interfiriera en la expresión de valores o ideas que se consideraran divergentes.

La obra es un dechado de inventiva visual, parangonable a las otras obras de film noir que Mann realizó en esos años, como “Justa venganza” (1948), “La brigada sucida” (1947), “Orden: Caza sin cuartel” (1948), “Incidente en la frontera” (1949), o “Calle lateral (Side street)” (1950), un prodigio de elaborados encuadres y de fascinante orfebrería de los claroscuros, en el que fue capital la colaboración del director de fotografía, John Alton, a lo que añadir aquí, para acentuar la opresiva y tortuosa atmósfera, los decorados creados por William Cameron Menzies (también a cargo de la producción). En esta obra la tensión no decrece, y en buena medida esa atmósfera opresiva se debe a la planificación y la composición de los encuadres, en muchas secuencias no se recurre a los planos generales, escuetamente, se concentran en planos cerrados, sostenidos por la tensión entre las figuras en los diferentes términos del encuadre, hay secuencias que se planifican como si cercaran a los personajes, y los oprimieran los contornos de los encuadres.

Francamente entretenida, cine de altura, de esas sesiones de tarde inolvidables donde aprendimos a soñar.
Juan Marey
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