Es sonar su maravillosa banda sonora de Michael Giacchino y ya estoy dentro de la película y subido a la acción. No puedo evitarlo, con obras maestras así, Pixar se ha ganado el cielo. Por si fuera poco, soy incapaz de no acordarme de mis abuelos cada vez que la veo. Porque, aunque deberían serlo, no fueron eternos.

Carl y Russell se embarcan en un rocambolesco viaje en el que vivirán mil y una aventuras subidos a bordo de la casa del viejo señor Fredricksen hasta conseguir llegar a las cataratas Paraíso… y no voy a desvelar más. Solo puedo recalcar la maravillosa obra maestra que estoy presenciando.

A partir de aquí, nace una aventura mayúscula con globos de colores en busca de los míticos gamusinos y acompañados del simpático perro Dug, en una trama en la que descubriremos que nuestros héroes de antaño pueden desmoronarse y que el amor verdadero es, sin duda, para toda la vida.

Siguiendo la regla de una risa / un lloro, Pete Docter y Bob Peterson están sembrados tocando la fibra del espectador. Es capaz de hacerme llorar siempre que la veo, imposible no emocionarse con todo lo que sucede. Me parece una delicia, un espectáculo visual y una maravilla técnica perfectamente acompañada de una historia inolvidable.

A destacar también, el doblaje castellano, perfecto.

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