Will Smith produce y protagoniza un producto audiovisual hecho a su medida, en el que se luce sobremanera. Sin embargo este biopic sobre el ascenso en el mundo del tenis de las hermanas Williams, con el precedente esfuerzo y sacrificio de toda la familia... se queda en un largometraje convencional, que es rescatado por la inmensa labor de sus intérpretes.

"El método Williams" nos narra como Venus (multiganadora de Grand Slams y ex-número 1 del mundo) y Serena Williams (la mejor tenista femenina de la historia) van progresando en su juego y van conquistando a todos los ojeadores y entrenadores del momento. Pero la cinta tiene como personaje central a su padre, una persona tan sacrificada como excéntrica. Y lo mejor que tiene el film es la actuación principal de Smith, que aprovecha ciertos detalles del guion para perfilar a un personaje ególatra y controlador por culpa de enormes inseguridades que lo atormentan. El guion de Zach Baylin no es que otorgue una disección del personaje honda y multiversada, pues este Richard Williams está meramente esbozado y no pasa de ser una propuesta argumental sin acrecentarse ni desplegarse (tenemos en él una premisa jugosa, pero la trama la trabaja a nivel de telefilm de sobremesa), pero Will Smith logra con una desenvoltura inmensa, un nervio abrasador y una profunda naturalidad dar a su rol una credibilidad colosal en sus singulares emociones.

Y es que tanto él como sus secundarios (Aunjanue Ellis, Saniyya Sidney, Demi Singleton) imprimen a sus roles de una honestidad realmente necesaria dentro de un cinta que no se caracteriza por el ingenio y la vehemencia a nivel argumental. Ya que "El método Williams" siempre navega por ciertas rutinas anecdóticas o redundantes (la cinta no necesitaba tantos entrenamientos ni tantas peroratas entre padre e hijas)... o por los algo más efectistas (y eficaces) tópicos (todo el tema de la discriminación racial norteamericana se trata con situaciones de lo más trilladas en el cine contemporáneo) ficcionalizados que jamás pasan de la superficie que atrapa con leve curioseo.

Así pues nos encontramos con un guion, no pésimo pero sí mediocre. Un libreto que por momentos lastra al metraje (muchos acabarán pidiendo la hora y no sin razón) dada su repetición sin necesidad o su falta de evolución en personajes y circunstancias.

Por fortuna el resto de elementos del conjunto atinan de forma placentera. La cinematografía que se nos presenta posee un fascinante grano, con una fotografía muy acertada en su elevada iluminación y en el uso de los blancos, el sonido tanto en su edición como en su montaje es de categoría, la música escogida va dinamizando una trama que lo pide a gritos, y la cámara de Reinaldo Marcus Green aporta una habilidad completamente competente (y más teniendo en cuenta que se trata de su tercer largo).

Un dechado de alicientes (en especial todo el aspecto actoral) que van elevando y empujando a un desarrollo argumental bastante plano en el papel. Por lo que como resultado no tenemos un biopic al magnífico nivel de "La vida en rosa" (2007), "Invictus" (2009), "Yo, Tonya" (2017), "Elizabeth" (1998), "127 horas" (2010), "Florence Foster Jenkins" (2016), "The Disaster Artist" (2017), "55 pasos" (2017) o "La batalla de los sexos" (si se trata de films biográficos situados en las canchas de tenis, la cinta de Jonathan Dayton le gana la partida) sino más bien al nivel deslucido (y aupado básicamente por sus protagonistas) de "Judy" (2019), "J. Edgar" (2011), "Beyond the Sea" (2004), "Mula" (2018) o "Rocketman" (2019). Aunque el desastre de biopics como "Miss Potter" (2006), "Amelia" (2009) o "Jersey Boys" (2014) tampoco es. Solo recomendable a los muy fans de los biopics, de las hermanas Williams o de Will Smith (cuyo nivel en este film es oscarizable).

Lo mejor: La actuación de Will Smith.
Lo peor: El guion.