Lison, una joven de 18 años, visita a su padre, Alexandre, en su chalet de la montaña. Allí vive con su nueva pareja, Juliette, y su hijo pequeño Darius. El es un empresario con buen nivel económico y ella es una mujer atractiva y elegante. La pareja se marcha a ver una obra de teatro, y Lison, aburrida, aprovecha para probarse la ropa de su madrastra, una vez que el niño se encuentra ya durmiendo. Será el inicio de una sucesión de hechos lamentables y trágicos.

Tras unos títulos de crédito misteriosos, en los que la cámara va ascendiendo, como buscando algo, por un torrente de montaña (el torrente del título original), la película continúa con buen ritmo. A los 20 minutos ya está liada y bien liada. Nos deja un buen ejemplo de cómo el azar puede hacerte una faena. No parecía una noche en la que alguien encontraría la muerte.

Las reacciones de todos los personajes resultan creíbles y Lison se convierte en una testigo importante que se ve manipulada por todos, el padre para que mienta, llevando su lealtad al extremo, y los demás para que diga la verdad.

No la recomiendo para los aficionados a las grandes sorpresas del guion, pues su desarrollo es bastante previsible, pero sí para los que buscan una historia bien contada y realista.