Ésta es la quinta película de Farhadi que veo. Lo mismo que en un principio me frenó para verla, fue lo que después me empujó a verla: algún comentario de cinéfilo diciendo que la película no era mala pero que distaba mucho de otras de este genial director.
Decidí, pues, vaciándome de prejuicios en la medida de lo posible, arriesgarme a la decepción. Y me alegro de haberlo hecho porque de decepción, nada de nada. No perderé el tiempo alabando la fotografía ni la manera de filmar del director, los realistas dilemas psicológicos o las buenas interpretaciones de los protagonistas. Prefiero invertirlo en decir que la película me mantuvo en suspense todo el tiempo, que nunca llegaron los baches argumentales o los giros poco creíbles de los que algunos me habían advertido. La única cosa que me chirrió un poco, fue el inhalador, entre otras cosas porque cierta enfermedad nada aportaba a la película y es un recurso que ya tenemos muy visto. Pero si esto no aportaba nada a la película, tampoco desmerece en nada mi opinión sobre ésta: buenísima, maravilloso Farhadi por quinta vez, para mí.