Yo era pequeña y MacGyver ya estaba ahí, en la pantalla en blanco y negro de la tele de mi casa. Siempre lo arreglaba todo, siempre salía de todos los líos y nunca le pasaba nada malo; era como un superhéroe, pero cuyo superpoder residía en hacer milagros hasta con un chicle mascado. Yo asistía a esas situaciones con los ojos como platos mientras casi no podía comerme la merienda a causa de la emoción.

Pero, apartadas de mis ojos las nubes rosas de la infancia, soy consciente de que todas las situaciones eran inverosímiles y los guiones, simples a más no poder. Imagínenese, yo era fan de esos guiones y tenía 7 años. Sin embargo, algo es innegable: puede que esta serie no fuera de impecable factura ni brillantes diálogos, pero MacGyver está en nuestra memoria colectiva. Está claro que el tipo nos caló, ¿verdad? Por eso, y por cuestiones nostálgicas, le pongo un 7.